El Foro La Región, algo más que lugar de encuentros

Publicado: 23 sep 2024 - 02:50

Cuando por la entidad del conferenciante o el asunto a tratar, se despliega el Foro La Región, a manteles también, en este caso en los salones de la Carballeira de Sta. Cruz. Y en uno de estos me hallo en los umbrales donde solícitas secretarias, de acogedora afabilidad, te atienden para señalarte la mesa fluvial (cada una con el nombre de un río ourensano) en la que asiento tienes.

Estos Foros también dan la oportunidad añadida de ser lugar de encuentro entre amigos y conocidos

Botas, ceo de Abanca, era el conferenciante que se sentaba con Óscar Outeiriño, el solícito y por demás atento presidente de este grupo La Región; con el afable presidente de nuestro Parlamento, Santalices; con Rial, de Coren... Mientras, a modo de mantenedor, con sobriedad y clara voz, se desenvolvía Antonio Nespereira, que con su oficio y saber estar habituales iniciaba el acto, y lo cerraba trasladando las preguntas de los presentes al ponente.

Estos Foros también dan la oportunidad añadida de ser lugar de encuentro entre amigos y conocidos donde, antes y después de la oral exposición, se departe más de lo que se espera, como de los tantos corrillos se deduce.

De este escenario iba a formar parte cuando en los umbrales me saludo con Santiago G. Randulfe, el presidente del Colexio Galego de Enxeñeiros Técnicos, que fue presentador de otros Foros y aún ligado a ellos; con Emilio Rial, el director general de Coren, que viene a sustituir a su jefe Franqueira, ausente, para presentar al ponente; a Emilio lo veo más, desde mi acaso deformada perspectiva, de corredor de maratones que de directivo empresarial de éxito, el cual amable y cercano invita al intercambio, a pesar de la urgencia que el entorno requiere; con Baldomero Moreiras, que desde su campestre residencia, más que exilio, en Golpellás, en los márgenes del Val da Rabeda, donde la naturaleza lustre da a sus collages sobre literatos gallegos, como ya se puede ver en la Biblioteca Nós desde estos mediados septembrinos; aparece en un visto y no visto Santy G. Ordóñez, que anda implicado en la organización, ese omnipresente de tan etéreo y de alargada figura que parece difuminarse; con Paco Rodríguez, empresario, expresidente de la CEO, al que recuerdo cuando por el Club Sto. Domingo se liaba en tenísticas partidas con el traumatólogo Cesáreo, un clásico por la tanta rivalidad que compartieron. Pasan, fugazmente, o eso me pareció, Manolo M. Rapela y Javier Casares, directivo y presidente, respectivamente, del Liceo, esa sociedad cultural que se percibe como amenazada, subsistiendo por el tesón de sus dirigentes en mantenerla contra los desfavorables tiempos en que nadie se hace socio de nada y el escaso interés de las públicas instituciones en subvencionarla. Me sientan en una mesa que, afortunadamente, comparto con Nemesio Barxa, el siempre afable político nacionalista, abogado en ejercicio, el más veterano después de Alfonso Pazos, escritor, colaborador con un atractivo gallego en estas páginas, desprendido de su biblioteca donada a Viana do Bolo. Nemesio fluctúa entre el Ourense rural y Vigo, o precisando, entre esta ciudad y Chaodarcas, donde jamás cultivará su yerma tierra, mas imagino que sí sus cercanas flores o su pequeña huerta, entregado más al retiro horaciano sin pensar en el retorno como el usurero Alfio que apartado en el campo añoraba el bullicio de Roma para ir a cobrar los intereses de sus dineros prestados en los idus para recogerlos en las kalendas; con Lalo Pavón a mi diestra rememoro episodios de una profesión periodística que ejerciendo sigue desde estas páginas.

Nos fuimos con cierto pesar de que estas jornadas no durasen un poco más, por ser también lugares de encuentro con amigos y conocidos tiempo ha no vistos, y con los que grato el verbal intercambio, aun con las urgencias que la ocasión depara, pero que, a mesa sentados, da para mucho oral intercambio.

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