Jaime Noguerol
EL ÁNGULO INVERSO
La mirada sabia del barman
Aestas alturas, visualizar la obra de Amancio Ortega es abrumador. El empresario da empleo a más de 150.000 personas en todo el mundo, convertido desde hace mucho en uno de los grandes dinamizadores económicos -qué sería de A Coruña sin Inditex- de una Galicia que quizás todavía no sea capaz de encontrar ni las palabras ni los homenajes merecidos a un gigante.
A este imperio empresarial -y por el que el coruñés paga religiosamente sus impuestos al fisco español: en 2018, 1.700 millones- se le une una obra filantrópica que no deja de crecer. Para el período 2014-2023, Amancio Ortega ha realizado o prometido donaciones por valor de más de 600 millones de euros. Ahí se encuentran las siete nuevas residencias de ancianos en Galicia -70 millones, 900 plazas y otros 800 empleos-, o el equipamiento vanguardista para la lucha contra el cáncer por valor de 310 millones de euros. A eso se suman las miles de personas beneficiadas en sus programas educativos, el Centro Interxeneracional de Ourense -que cumple un año convertido en un referente para toda España- y las diferentes patas del programa social en el que se cuentan colaboraciones con bancos de alimentos, Cáritas o Proxecto Home. Apuestas prácticas y que llegan a toda las capas sociales.
Por desgracia, vivimos en tiempos de miseria intelectual y bajeza moral. Y esa oscuridad encuentra medidores en, por ejemplo, las polémicas que se leen tras una nueva donación de la Fundación Amancio Ortega. “Una democracia digna no acepta limosnas de multimillonarios”, resumió Pablo Iglesias en ocho palabras que sirven como modelo ideal del cainismo español. No sabemos cómo definirá el líder de Podemos las acciones solidarias de Mark Zuckerberg, Jeff Bezos o Bill Gates. Honestamente, qué más da. Lo que importa es encontrar las consecuencias de la filantropía en la sociedad. Y en cómo cada mañana se encienden en hospitales de toda España esas máquinas de última generación para tratar esa maldita enfermedad. “Hay cosas que son honestas y beneficiosas, las haga quien las haga... Ortega podría quemar el dinero, podría dedicarlo a cualquier cosa y lo dona a la sanidad. Lo dona al bienestar de otros semejantes”, apuntó el prestigioso cirujano Pedro Cavadas. Unas palabras de tanto sentido común que, por desgracia, ya casi nos sorprenden. Porque si en los momentos de progreso la sociedad avanza a hombros de gigantes, en esta época líquida y de incertezas a los gigantes les toca convivir con enanos que solo buscan derribarlos.
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