Pilar Cernuda
LAS CLAVES
Sánchez, cuestionado por los suyos pero inamovible
La difunta Diane Fossey, a la que tanto debemos, quizás está viviendo hoy otra aventura en un imposible paraíso como ella misma apuntó una vez en una entrevista.
Le preguntaron si tenía miedo a la muerte y respondió algo más o menos así: “No. Solo curiosidad. Si no hay nada más allá, pues nada. Y si hay algo, entonces… será una nueva aventura”.
Diane Fossey nos descubrió y le descubrió al mundo como Félix Rodríguez de la Fuente, el comandante Cousteau, Gerald Durrell, David Attenborough y otros muchos y muchas más que también lo hicieron, que los animales, no solo los animales humanos, tienen personalidad, sentimientos, sueños, aspiraciones y deseos como nosotros.
Por supuesto eso va en grados. La capacidad de sentir ternura de un chimpancé está a años luz de la que pudiera tener, si es que la tiene, un saltamontes o un escarabajo, pero ¿quién sabe si el saltamontes también tiene alguna y todavía no la hemos descubierto?
Con las mismas Diane Fossey también nos reveló que los chimpancés pueden ser avariciosos, envidiosos, e incluso odiar a sus semejantes y hacer guerras entre ellos en las que son tan brutales, crueles y asesinos con sus enemigos como lo somos nosotros. Tal vez es que son nosotros.
Es conocido y está estudiado hoy que los delfines jóvenes a menudo se juntan en grupos, manadas, y son capaces de perseguir a una hembra, acosarla, violarla y maltratarla repetidamente hasta la muerte. ¡Uau con los simpáticos delfines!
Con las mismas Diane Fossey también nos reveló que los chimpancés pueden ser avariciosos, envidiosos, e incluso odiar a sus semejantes y hacer guerras entre ellos en las que son tan brutales, crueles y asesinos con sus enemigos como lo somos nosotros. Tal vez es que son nosotros.
Las primatólogas son desde el principio de esta disciplina científica del siglo XX mujeres. No me pregunten porqué aunque lo sé y podría contárselo, pero no voy a hacerlo ahora que me da pereza. Si les interesa el tema hinquen los codos y busquen ustedes mismos las razones y la explicación.
Pero es así. Diane Fossey (chimpancés); Jane Goodall (gorilas) por cierto que hay una película preciosa sobre ella, Gorilas en la Niebla, protagonizada por la magnífica Sigourney Weaver; y Biruté Galdikas (orangutanes).
A estas tres adelantadas las siguieron desde sus inicios decenas, centenares de primatólogas más, siempre mujeres. A veces jóvenes alumnas aventajadas que trabajaron con ellas en persona, y otras veces hoy zoólogas jóvenes y desconocidas aun, que saltaron un buen día de sus elegantes y refinadas facultades universitarias de Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, España, Francia y otros países occidentales acomodados a África, Borneo o Sudamérica. A la selva. Supongo que enamoradas de la naturaleza y en busca de la belleza y la verdad.
Confieso llegado a este punto que empecé a escribir este artículo con la intención de comentar sucintamente la votación del Congreso en la que se ha echado abajo esa Iniciativa Legislativa Popular para que las corridas de toros dejen de ser patrimonio cultural. Pero me he ido por otro lado. Sorry. Tal vez porque ese otro lado es mucho más rico e interesante, y la ILP en cuestión me parece una estupidez a la que no merece la pena dedicarle ni siquiera unas líneas.
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