Imagen por defecto para foto de perfil de autores

Jesús Prieto

La incultura

Publicado: 18 ago 2024 - 08:01 Actualizado: 19 ago 2024 - 19:22

En el waterpolo seis jugadores de campo acompañan al portero: cinco forman el arco y otro, el más singular, está en la boya. En Ourense tenemos suerte porque Germán ocupa esa posición. Sus 180 centímetros y 115 kilos lo hacen ideal para ello. A nadie que sepa de qué va esto se le ocurriría llamarle gordo. Y es que resulta hipnótico ver como emerge de las aguas como el caimán hambriento que vive del gol. Lo hace como una suerte de Tritón que ensarta con su tridente a todo iluso que quiera robarle el alimento. Son uno, dos, tres, en ocasiones, cuatro. Se lanzan hacia él como predadores que tornan presas. Del fragor de esas batallas, Germán sale de la piscina con su descomunal espalda llena de estigmas, pero con un saco lleno de goles. Y se ríe. Porque si hay algo que lo caracteriza es la dimensión de todas sus porciones, también las de su alma.

Paula mide 190 centímetros y pesa 96 kilos. Cumple a la perfección con el somatotipo de boya

Siempre he creído que los boyas son tan grandes para almacenar el tamaño de su corazón. Iván Pérez es el mayor ejemplo: 197 centímetros y 110 kilos para un bicampeón mundial nombrado mejor boya del siglo. En Ourense también tenemos suerte por tener a Fon, que coincidió con esta leyenda en el CNB. Además de sus cualidades deportivas, Fon cuenta de Iván que era muy protector y comprometido, como el alfa de una comunidad a la que defiende.

Hoy, tras décadas del más alto nivel de un deporte que desembarcó en España a finales del XIX, de éxitos masculinos y femeninos, llega un puñado de aficionados analfabetos que representan la más patética exaltación de la ignorancia y la estupidez. Que cometen la osadía de reírse de todos los que jugamos a esto al intentar, burdamente, humillar a Paula Leitón, que acaba de conseguir algo que ni siquiera tiene el mejor del siglo: ser campeona olímpica.

Paula mide 190 centímetros y pesa 96 kilos. Cumple a la perfección con el somatotipo de boya. No es un cuerpo que encaje en los cánones insalubres de la sociedad ni en los ideales de los cuatro pelagatos que, desde su sofá, solo piensan en las mujeres como proveedoras de comida y sexo. El mismo esquema que, hace 80 años, dibujó el franquismo. Sus burradas se van enterrando ante el peso de las medallas femeninas y la indiferencia que, audazmente, Paula proyecta hacia ellos con un oro colgado al pecho. Un busto enorme que también guarda un enorme corazón.

Los campeones olímpicos son el perfil perfecto de cada deporte porque exponen las variables del rendimiento en sus cuerpos

Y es que la expresión de que deporte es cultura cobra fuerza. Una cultura de formas diversas y de fondo siempre saludable. Los campeones olímpicos son el perfil perfecto de cada deporte porque exponen las variables del rendimiento en sus cuerpos. La grasa -menos densa que el agua- en un boya es fundamental para mantenerse a flote en ataques estáticos y soportar las cargas rivales. Los 46 atletas más rápidos de los 100 metros son negros por un centro de gravedad más alto y mayor masa muscular. Los 41 mejores récords de maratón son de África oriental porque sus fibras rojas y su menor consumo de oxígeno los hacen propicios para ejercicios prolongados. Y nunca verás a un atleta esbelto en la jaula de lanzamientos porque, por simple física, fuerza es igual a masa por aceleración. Toda esta cultura es la que le falta a nuestro país, que no solo adolece de su ausencia, sino que se jacta públicamente de su ineptitud. Mofarse del cuerpo de una campeona olímpica es como burlarse del pincel de Da Vinci, de los tubos de ensayo de Curie o del piano de Beethoven.

Gracias a Paula Leitón, España luce un poco mejor en un medallero en el que suele languidecer. Ocupamos el vigésimo tercer lugar en el histórico de los Juegos, superados por territorios que ya no existen como la RFA o la RDA. La culpa es la de una sociedad que no privilegia el deporte a no ser que seas hombre y conduzcas un balón con los pies. Otra medallista olímpica, Vega Gimeno, se quejaba de que, una vez pasados los Juegos, todo vuelve a ser fútbol masculino. Como respuesta obtuvo, de nuevo, un aluvión de insultos. El problema ya no parece solo el machismo, que también, sino que algunos aficionados tienen otro grave problema, que es ser imbéciles.

Contenido patrocinado

stats