Opinión

El BCE y la Reserva Federal no son lo mismo

Fachada de la sede del Banco Central Europeo.
photo_camera Fachada de la sede del Banco Central Europeo.
El Banco Central Europeo controla la estabilidad de los precios y protege el euro, mientras que la Fed no solo se fija en la inflación, sino también en el crecimiento; léase, por tanto, el empleo

La Reserva Federal estadounidense y el Banco Central Europeo (BCE) son las dos autoridades monetarias más importantes del mundo y ambas están ahora enfrascadas en la lucha contra el nivel de la inflación, para lo cual recurren a la subida de los tipos de interés. 

De todos es sabido que el BCE está dispuesto a tolerar cierta debilidad económica antes de considerar que se ha completado el ciclo de incremento de los tipos de interés. Es más, el euríbor a 12 meses, el principal índice de referencia para las hipotecas, ya superó en junio el umbral psicológico del 4%.

Desde Europa, hay cada vez más críticas a la francesa Christine Lagarde, presidenta del BCE, por la subida de los tipos de interés de manera constante, sin tener en cuenta la recesión de la eurozona. Por ejemplo, en el diario El País, su columnista económico Xavier Vidal-Folch le reprocha que no mencione la recesión de la eurozona en su discurso, lo que sugiere que Lagarde puede estar obcecada únicamente por la inflación y no considera otros factores socialmente importantes.

De todos es sabido que el BCE está dispuesto a tolerar cierta debilidad económica antes de considerar que se ha completado el ciclo de incremento de los tipos de interés

El objetivo prioritario del BCE es garantizar la estabilidad de los precios y proteger a la moneda común, el euro, de fluctuaciones excesivas en su valor. También trabaja, aunque de forma limitada, en la creación de empleo y la preservación de la seguridad financiera. En cambio, la Reserva Federal tiene atribuciones más amplias y no solo se fija en la inflación en Estados Unidos, sino también en el crecimiento económico; léase el empleo. 

A diferencia del BCE, la Fed puede operar con más flexibilidad, priorizando la estabilidad monetaria o la creación de puestos de trabajo, según las circunstancias. Las críticas a Christine Lagarde son, por tanto, razonables, ya que está frenando el crecimiento de la economía europea, pero la entidad que preside no tiene esa competencia.

Lo cierto es que los bancos centrales –no solo el BCE– mantienen una postura firme de tipos de interés altos, como se vio en la reciente cumbre de Sintra, en Portugal, donde también el Banco de Pagos Internacionales advirtió de la persistencia de la inflación y la necesidad de mantener altos los tipos. Por todo eso, se espera que los tipos de interés sigan aumentando y se mantengan elevados durante más tiempo del esperado, a pesar de los riesgos de debilidad económica.

A diferencia del BCE, la Fed puede operar con más flexibilidad, priorizando la estabilidad monetaria o la creación de puestos de trabajo, según las circunstancias

Lo que sucede en la eurozona es que esa tendencia tiene implicaciones políticas y económicas importantes, producto de una recesión técnica que afecta incluso a Alemania, la locomotora europea. Como se aguarda que el BCE aumente los tipos en su reunión de este mes de julio, ya se puede dar por hecho que habrá más críticas y preocupaciones por el impacto en la economía. 

A Christine Lagarde se le puede reprochar la ausencia de transparencia en las decisiones y comunicaciones del BCE bajo su liderazgo, del mismo modo que la falta de consideración de la recesión económica, pero ella tiene un escudo que la blinda: su prioridad de proteger el euro y de frenar la inflación. 

Si los socios de la Unión Europea –en este caso de la eurozona– quieren ir más lejos, deben cambiar los estatutos del BCE y asumir, por tanto, que Christine Lagarde tenga competencias más amplias, como le sucede al presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell. Llegado ese momento sí que tendrían pleno sentido las críticas que se le hacen ahora a Lagarde. 

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