Opinión

Yo también soy exalumno de Marista

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Estos últimos días han aparecido en los medios de comunicación las declaraciones de varios exalumnos de Maristas de Vigo, quienes también están en los setenta como yo. Al parecer las iniciaron enEl País ocho víctimas en el colegio El Pilar de Vigo. Según la noticia, son abogados, médicos y profesores.

Coincido con ellos en la edad, también en la condición de abogado y profesor, así como en la condición de víctima, aunque no de abuso sexual; pero no comparto el modo ni el momento.

De entre las manifestaciones de los denunciantes, extraigo las declaraciones de E.F. cuando dice: “No tengo ánimo de revancha, sí de justicia”. Con relación a esa manifestación le diré con Santo Tomás que “no es justo quien conoce lo que es recto sino quien obra rectamente”. Y en este caso, cuando entre ellos hay abogados, obrar rectamente no ha sido precisamente esperar a que los agresores estén muertos. La justicia se imparte entre vivos y al menos los abogados denunciantes deben saberlo.

Desde que los acusadores cumplieron los dieciocho años han pasado ya más de cincuenta. Por lo visto, en todos esos años no tuvieron empuje, valor ni intención de que se hiciese justicia. Se abstuvieron de actuar, a pesar de afirmar que conocían que la situación sufrida por ellos continuó. Pero nada hicieron para evitar que otros fueran víctimas. Si como afirman eran conscientes de que muchos otros, después de ellos, sufrieron lo mismo que ellos, esa forma de actuar tendría un nombre: omisión del deber de socorro.

En el momento de ser agredidos no se enfrentaron a los depredadores, pero posteriormente tampoco fueron capaces o no quisieron hacerlo. Y ahora ya es tarde para ponerse a disposición de otras víctimas. ¿A disposición para qué?, ¿para llevar ante los juzgados las causas de aquellas acciones que no estuvieran prescritas? o ¿para seguir comentándolo en reuniones y cenas? Digan lo que digan, vista su inactividad pasada en su denuncia de ahora, únicamente trasluce un ánimo vengativo, salvo que existan otras razones o intenciones que ellos conocerán y que no aparecen explicitadas en sus manifestaciones.

También he de decir que efectivamente, aunque coincidamos en varias circunstancias, no todos somos iguales. Yo sí me enfrenté a uno de esos depredadores que citan, que era protegido del entonces director del colegio. Y eso lo hice con diecisiete años, pero insisto no somos todos iguales. Sin embargo, ellos siendo al menos ocho ¿no pudieron hacerlo con veinte, treinta cuarenta, cincuenta años...? ¿No pudieron pedir que se hiciese justicia teniendo abogados en el grupo? Francamente creo que si no hablaron cuando deberían haberlo hecho, lo mejor hubiera sido haber callado para siempre. Me imagino que quienes han sido víctimas con posterioridad no estarán muy felices con estas manifestaciones de quienes no hicieron nada por ayudarles.

Para terminar, no entiendo la postura del Instituto pidiendo perdón, sin la más mínima investigación. Esa postura no es exigible en un Estado de derecho.

Por cierto, con relación a la Justicia, he añadir que uno de sus fundamentos está en la posibilidad de defensa del imputado o acusado, y esperar a que esté muerto deja en muy mal lugar a quien le acuse pudiendo haberlo hecho en vida del denunciado como acosador.

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