Sobre la endogamia en la universidad pública

Publicado: 07 dic 2024 - 01:10 Actualizado: 07 dic 2024 - 13:57

Me vuelvo a meter en este proceloso jardín. Nadie puede dudar que el sistema universitario público español es endogámico. Aunque “un poco de endogamia” puede ser buena (como el colesterol bueno, sempiterno argumento de los que la defienden) ya que a veces conviene retener el talento generado en un departamento. Lo que es imposible de creer es que todos los doctores que formamos en nuestros departamentos son los mejores candidatos para todas las plazas que se generan en el sistema universitario. Un conocido rector de una conocida e importante universidad española una vez me dijo sin vergüenza y sin sonrojo y delante de otros rectores (que no chistaron ni mu) que “la endogamia en mi universidad es una endogamia buena, porque en mi universidad ya tenemos a los mejores”.

En el año 2016 participé en una mesa redonda donde se debatía precisamente esto: endogamia y atracción de talento. Mi postura en aquella mesa redonda fue muy crítica, porque los números respaldaban mis argumentos (números sacados de las estadísticas oficiales del sistema universitario, en su informe anual): teníamos en aquel momento un 2% de profesores extranjeros (de cualquier categoría, incluyendo posiciones no permanentes de investigación) y el 73,5% de los profesores permanentes (catedráticos y titulares), habían hecho la tesis en el mismo departamento donde tenían su plaza, casi 3 de cada 4. Y el 86% no habían salido de su comunidad autónoma. Creo que no hace falta añadir más. En aquella mesa redonda yo propuse que estábamos ante una ocasión inmejorable para poder cambiar las cosas, porque en aquel momento íbamos a tener un periodo de diez años por delante, donde se iban a jubilar más de 9.000 profesores funcionarios (y otros tantos investigadores en el CSIC y OPIS estatales). Clamé en aquella ocasión por la creación de un Plan Nacional para la recuperación del talento de la diáspora científica española (según RAICEX, la red de asociaciones de científicos en el extranjero, hay entre 15.000 y 20.000 científicos y profesores españoles en centros de muy alto prestigio fuera de España).

En España está claro que no aprendemos de nuestros errores

Un plan valiente (hay que luchar contra el sistema departamental que tenemos), decidido y serio que al tiempo que recuperara parte de estos capacitados profesores de la diáspora, contribuyera a disminuir los vergonzosos números de nuestra endémica endogamia. Un plan escalonado (en diez años) que permitiera recuperar y estabilizar parte de ese talento. Y con esos miles de plazas vacantes, también habría espacio para retener el buen talento propio. Por supuesto, nadie ha hecho nada. Ha habido muchos planes en diversas comunidades autónomas para, supuestamente, atraer talento, y quitando Cataluña y el País Vasco, con herramientas claras de retención (programa ICREA acoplado al Serra-Hunter en Cataluña e Ikerbasque en el Pais Vasco), la mayoría de los “retenidos” acabaron marchándose de nuevo. En España está claro que no aprendemos de nuestros errores. Diversas estabilizaciones masivas (“idoneidades”) de profesores interinos a lo largo de la historia, han contribuido a congelar y “endogamizar” nuestro sistema universitario y de ciencia. Han pasado 8 años desde el 2016 y todos esos programas que supuestamente eran para atraer y retener talento prácticamente no han tenido efecto.

En el 2024, seguimos con el mismo 2% de extranjeros, seguimos con un 73,2% de profesores permanentes que lo son en el departamento que hicieron la tesis (y un 86,9% en su misma comunidad autónoma). Gracias a que el “baby boom” afectó casi a dos décadas, podemos volver a pensar en soluciones a escala nacional, a través de un Plan Estatal para la Recuperación de Talento. Hoy, de nuevo, tenemos un periodo de diez años enfrente de nosotros, donde se jubilarán más 12.000 profesores funcionarios (y otros tantos en el CSIC). ¿Hará algo alguien ahí arriba? ¿Le importa esto a alguien? Y nuestros científicos y profesores de la diáspora, allí siguen, enriqueciendo los sistemas de otros países que creyeron más en ellos que su propio país, que se empeña en seguir apostando por “los de casa”.

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