Opinión

Tendremos gestación subrogada

Hace ya tiempo que la derecha recalcitrante perdió el monopolio del moralismo pacato y puritano. La izquierda recalcitrante de hoy compite con ella y le saca ventaja algunas veces. Las neomonjas del feminismo TERF (el feminismo tránsfobo) son una buena prueba de ello, pero hay más. La posición de la izquierda radical, como la de cierto PSOE en vías de radicalización, es moralista en materias como el juego, la pornografía, la prostitución o la gestación subrogada. Es una posición tan recalcitrante como la de la derecha nacional-populista. Si en algo coinciden Vox y su entorno social con Podemos y el suyo, es en estas cuestiones. Unos por su misticismo trasnochado y los otros por su ideología igualmente trasnochada, ambos agreden de manera francamente insidiosa la libertad soberana e inalienable del individuo. Hay que dar un golpe en la mesa y decirles que ya está bien, y que no se van a salir con la suya. Quien quiera jugarse lo que es suyo, que lo haga. Quien quiera dedicarse al legítimo trabajo sexual, que lo haga. Quien quiera gestar el hijo de otras personas, que lo haga. En todos estos supuestos y en cualquier otro, lo que debe perseguirse e impedirse es la coacción, la vulneración de la voluntad personal de todos los intervinientes. Pero, en ausencia, de ese acto de fuerza o de fraude, todo acuerdo libre entre adultos es decisión exclusiva de sus partícipes y ni el Estado ni los demás ciudadanos tienen vela en ese entierro.

Desde la semana pasada, el debate de la gestación subrogada gira en torno a Ana Obregón, por su decisión libérrima, personal y soberana de encargar el servicio de gestación a otra persona, en un país más libre y menos moralista que el nuestro. El único reproche que personalmente le podría hacer a Ana Obregón es su edad. Sesenta y ocho años parece una edad bastante avanzada para tener una hija, en la medida en que la longevidad estándar todavía no cubre la etapa de infancia y adolescencia del menor. Pero sólo es una opinión mía, meramente moral y por lo tanto privada: yo no recomendaría esa decisión y puede parecerme mal, pero eso no significa que deba prohibirse. Y si se hiciera, debería ser igual para todas las formas de procreación: natural, asistida, subrogada o por adopción. No puede haber discriminación entre formas de procreación. O todas legales sin límite de edad, o igualdad de límites. Hay quienes dicen que se debe impedir la adopción y la externalización de la gestación a las mujeres en edad no fértil, pero entonces habría que impedir también a los hombres procrear de forma natural a partir de cierta edad, pues es igual de improbable que sobrevivan hasta la emancipación de sus vástagos. El padre de un conocido cantante fue famoso por esta cuestión. No, al final no se puede (ni se debe) poner puertas al campo. Esta tendencia a reglamentarlo todo, a imponer normas hasta para cuestiones tan personales como la procreación, es una tara. Debemos recuperar la ley que más importa, es decir, la “ley de las partes”, la que hacemos mediante acuerdos voluntarios: el contrato. El Derecho debería ser un acumulado de actos voluntarios que van conformando un corpus, y cuyos contenciosos van generando jurisprudencia al resolverse. La era de los tochos de mil artículos heredados de Napoleón y del normativismo francés debería dar paso al reconocimiento de la superioridad de la “common law”, el Derecho anglosajón basado en la libre acción humana. De la misma manera que planificar la economía desde un poder central es un acto de arrogancia que sólo sería viable con un Estado omnisciente y automático, establecer un Derecho hiperdetallista que contemple cualquier supuesto y prevea de antemano qué permitir y qué no, adelantándose a los desarrollos científicos y tecnológicos, es igualmente arrogancia estéril.

España va a tener gestación subrogada, por supuesto que la va a tener. Seguramente pasará a la historia Feijóo por ese avance, como Zapatero por el matrimonio gay. Es una tendencia mundial que ya abarca a los países punteros en libertad moral, que, ¡oh sorpresa, suelen ser también los más libres! en todo lo demás. Seguiremos la estela de los Estados Unidos y de nuestro vecino Portugal, que desde hace ya décadas se nos adelanta en casi todo. Menos mal que nos queda Portugal… como refugio de las libertades que España no nos garantiza. Los falangistas voxeros y las femimonjas sociatas tendrán que fastidiarse: habrá subrogada y además, tarde o temprano, se dejará de considerar la bobada esa de si lucrativa o altruista. Todo lo que es lícito hacer como regalo es igualmente lícito hacerlo a cambio de algo, y viceversa. Ese arcaico rechazo al lucro es una moralina perniciosa que procede del mismo sustrato cultural que condena al infierno a los jugadores y trabajadores sexuales. Si a nadie se fuerza, si a nadie se defrauda, gestar el hijo de una pareja que no puede hacerlo es prestar un servicio absolutamente lícito que forma parte del ámbito de decisión privada. Lo que esas personas dispongan, incluyendo compensaciones, es cosa suya y, como dice la canción, la opinión de los demás está de más.

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