Leche con alcohol

TRIBUNA

Publicado: 30 sep 2025 - 01:30 Actualizado: 30 sep 2025 - 11:14

Opinión en La Región
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Hace unos días tropecé con Aloysius en la sala Capitol de Santiago de Compostela, disfrutando del concierto de unos correosos Dr. Feelgood sorprendentemente pletóricos a pesar de alcanzar ya la septentena. Inevitablemente, dentro de su clásico repertorio, tocaron “Milk and alcohol”, leche con alcohol, y entonces me acordé, en plena borrasca de riffs endiablados, de una lista de remedios caseros tradicionales contra las afecciones más comunes.

El alcohol se convirtió en un recurso barato por su accesibilidad, sus propiedades desinfectantes, analgésicas y sedantes

Dicen los que saben que esta canción es en parte autobiográfica. Que fue compuesta por los guitarristas Nick Lowe y Gypie Mayo en memoria de la homérica borrachera que el mítico bluesman John Lee Hooker se enganchó un buen día sobre el escenario. Dr. Feelgood ocuparon el trono del pub rock británico entre los 70 y los 80 con sus ritmos vertiginosos, en garitos sofocantes y sus vidas salvajes. Y es que durante generaciones, nuestros antepasados echaron mano de remedios hoy en día tan humildes como extravagantes: leche caliente con un chorro de coñac para inducir el sueño, vino con especias para entrar en calor, ron con miel y limón para combatir la tos persistente, o las copitas de licores y anisados para asentar el estómago tras una comida copiosa. Quién sabe si en aquel concierto el pobre John Lee Hooker, por aquello de aclarase la garganta o combatir un inoportuno resfriado, se excedió con la cantidad de alcohol en su vaso de leche. Lo cierto es que este tipo de combinaciones no se originaron en el espíritu festivo, sino ante la carencia de medicinas durante siglos, tal y como hoy en día las concibe la moderna medicina científica.

Tampoco los médicos estaban al alcance de la mayoría de sus prójimos, pues su arte se concentraba en las sedes del poder económico, político, religioso y militar. Así el alcohol se convirtió en un recurso barato por su accesibilidad, sus propiedades desinfectantes, analgésicas y sedantes. En algunas películas hemos contemplado escenas donde el médico, antes de una operación o una amputación, le proporcionaba como anestésico generosos tragos de diferentes bebidas alcohólicas a sus desdichados pacientes. Mezclar alcohol con diferentes brebajes, ademas de mejorar su sabor, le proporcionaba cierto toque de legitimidad a estos combinados.

Muchos de estos remedios funcionaban por su efecto placebo. A su éxito contribuían los rituales familiares de preparación, la fe en el alivio de los síntomas y la mejoría aparente provocada por la embriaguez y la relajación. Y si desde el punto de vista médico está proscrito el consumo de alcohol, desde el ámbito cultural asistimos al auge de las bebidas calientes con licores en la coctelería contemporánea, en forma de ponches, grogs, y cafés estilo irlandés, herederos sofisticados de aquellos remedios caseros de nuestros predecesores.

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