Sonia Torre
UN CAFÉ SOLO
Las nostalgias
No faltan discrepancias, sobre todo a muchos italianos, después de las reiteradas elecciones cardenalicias de los purpurados estuviesen ligados a sedes episcopales no tradicionales. Por eso algunas. Críticas, que provienen de algunos que estaban acostumbrados a que la mayoría fuesen europeos y en concreto italianos. Les sorprende que en Venecia o Milán, Toledo y otras sedes, hoy carezcan de cardenales al frente.
La Iglesia no es una “carrera” a seguir, sino algo más profundo, que es el progreso y práctica de la fe
Las criticas le llueven al papa por algo que debiera ser natural. Este papa trata con buen sentido de que los cardenales provengan de todas las partes del mundo, haciendo así más universal la institución. Es así como países que nunca tuvieron la púrpura hoy luzcan el birrete. Igualmente, destaca el número de los religiosos que ahora ocupan puestos importantes en el colegio cardenalicio, dejando de ser los italianos la mayoría en un posible cónclave. Más aún, este papa lucha por algo evidente, que es la universalidad y que todos los pueblos tengan voz y voto en la Capilla Sixtina, ricos y pobres. Inherente a las notas de la verdadera Iglesia.
El Santo Padre pretende algo que muchos juzgamos lógicamente necesario, y es la universalidad de la Iglesia. Sería contra la catolicidad eclesial reducirla únicamente a un continente. Tan católicos son los bautizados chinos como lo españoles y de todos los países del mundo. Y esto es lo que el papa está tratando de conseguir.
Sorprendió a algunos que hace unos años el papa nombró cardenal a un obispo auxiliar, postergando al titular de aquella sede americana. Mientras, el titular de la sede continúa de arzobispo.
Las decisiones del papa Francisco están en contra de aquellas costumbres que afirmaban “siempre fue así”. Si antes lo era, el estilo actual va por otro lado y bienvenido sea si ello contribuye a esa universalidad tan deseada. Cuando fue nombrado cardenal un obispo de Cabo Verde me coincidió estar allí, y aquella pobreza y sencillez era la tónica que hizo comprender muy bien a los que llegábamos de Europa que era el nuevo estilo papal.
Toledo, por ejemplo, una archidiócesis tradicionalmente cardenalicia lleva ya dos arzobispos sin ser cardenales, y los creyentes toledanos, la llamada sede primada, van cayendo en la cuenta de que es y será algo normal, como en Venecia lo están asumiendo.
Este papa está en contra del deseo de hacer “carrera” de algunos y ello parece normal. Porque la Iglesia no es una “carrera” a seguir, sino algo más profundo, que es el progreso y práctica de la fe. Porque la fe está muy lejos de títulos externos e incluso de honores que de nada van a servir para la vida eterna. La fe es servicio, entrega y testimonio. Los honores de nada valen. Esperemos que este papa venido de Argentina oriente por ese camino el deambular eclesial, aunque a muchos les cueste admitirlo.
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