La Región
TRIBUNA
O nadal sempre serás ti, “abueli”
No es la primera vez, espero que no sea la última, que viajo de Madrid a Orense y permanezco en la tierra que conforma mi vida ya que me casé con una guapa orensana hace ya tantos años que parece fue toda la vida. Ella nació y se crió allí, frente a la estatua del Padre Feijoó, en La Coruñesa, cuando, era confitería con su obrador y un personalísimo teatrillo de mucho nivel y señorío.
Creo no haber faltado nunca a mi cita con esta mi tierra con permiso de orensanos y sin que se me molesten los madrileños.
El caso es que venía y regresaba en coche, por aquella Nacional VI que se desviaba en Benavente hacias las portillas del Padornelo y la Canda, para después adentrarse en el corazón de Galicia, curva tras curva, algún que otro pinchazo y obligadas paradas a comer en lugares que nunca debieron desaparecer. Recordaré así, muy rápido, un lugar perdido en Villavieja y no les diré más de lo que son unos huevos con chorizo y compañía.
El caso es que un día inauguré el tren ese que le dicen rápido y dejé la carretera y con ello el encanto de las paradas y respirar un aire distinto.
También hace ya un tiempo, corto pero intenso, dejé el tren por miedo. No ese miedo del avión, que nunca tuve porque casi siempre me he subido con paracaídas, sino al barullo de la estación, a que si paso o no paso la maleta, a que si voy mirando de frente o de culo, con impertinente vecino móvil en mano, niños llorones o maleducadas celebraciones de soltero. Lo peor: la incertidumbre. Esa sí que es miedo. Que se sube uno al tren en Madrid y el resto es una aventura. Puedes quedar parado en Benavente, en Santander o en Santiago, que nunca se sabe por donde va el tren y nadie te avisa si el desolador paisaje de esas paradas interminables es porque el tren ha pinchado una rueda o se ha quedado sin gasolina. El ministro de la cosa, también letrado en urbanidad, dice que gozamos la mejor época del ferrocarril en España por lo que inmeditamente he regresado a la carretera. Este no ha comido huevos en Villavieja, aunque sea un experto en buen chorizo. Así que ahí me tienen al volante con la enorme ilusión de mi vieja carretera y el recuerdo de aquellos nombres tan queridos y que no les cito por no dejarme alguno de los que tanto quiero.
Lo peor: la incertidumbre. Esa sí que es miedo. Que se sube uno al tren en Madrid y el resto es una aventura. Puedes quedar parado en Benavente, en Santander o en Santiago.
Una delicia. Han sido ocho horas largas de viaje. Les cuento: dos horas de atasco en dos tramos diferentes desde Madrid a Benavente. Obras o algo así porque trabajar no se veía mucho. Una hora de atasco entre Benavente y Orense en tramos de carretera infernales. En fin que me he quedado sorprendido por el avance que en España han tenido nuestras carreteras, con impecable mantenimieno y seguridad. España es así. Tragamos con todo y por fin vamos entendiendo a donde van a parar nuestros impuestos, en asfalto parece que no. Si alguien requiere datos de mi agradable viaje no tiene más que escribir a mi correo y le daré todo tipo de detalles para que ni tren ni avión ni carretera. Mejor quédese en casa y haga un viaje asfaltado por la Inteligencia Artificial y nunca acompañado de la del ministro del ramo.
Es normal que uno cuando ha llegado a su destino y se encuentra con el paisaje orensano, con sus gentes, la relación renovada, la gastronomía y los quereres olvide esos malos momentos en los que juró no volver. No es mi caso. Volveré, pero como MacArthur volvió a Filipinas. Lo hare de Madrid a Orense y viceversa, porque nadie me va a impedir vivir en libertad y una de las principales muestras es poder viajar sin tener que acordarte del responsable de hacer poco más de quinientos kilómetros en nueve horas.
Sí; lo recordaré para mal, pero seguiré yendo y viniendo, auque permanezcamos todos en un silencio borreguil. Que parece que nos gusta exceder libertades y que asfalten su vida con nuestro dinero.
¡Ya está bien!
Contenido patrocinado
También te puede interesar
La Región
TRIBUNA
O nadal sempre serás ti, “abueli”
La Región
Navidad con acento femenino: Ourense pelea en primera línea
Carlos Risco
LA CIUDAD QUE TODAVÍA ESTÁ
La puerta que fue bodega en la calle Hernán Cortés
TAL DÍA COMO HOY
Curiosidades de “Cuento de Navidad”
Lo último