En manos del Espíritu Santo. ¡Agua a las cuerdas!

Publicado: 25 abr 2025 - 00:15

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Escribiendo este artículo me llega la noticia del fallecimiento de Su Santidad el papa. Descanse en paz y desde nuestra humildad le agradecemos su Pontificado y el esfuerzo que tuvo que hacer para despedirse públicamente de todos sus fieles. Gracias papa Francisco y que desde el Cielo sigas enviándonos tu necesaria ayuda y bondad.

Muchos de ustedes han visitado el Vaticano, pero quizá no sepan que el obelisco que preside la Plaza de San Pedro tiene una historia digna de ser recordada, aunque solo sea para ver los beneficios que tiene el agua. Algo tendrá cuando la bendicen. Es una metáfora muy apropiada para este momento.

Coincidían mis palabras escritas con la muerte del papa. Me he detenido para pensar en el significado

Desde Alejandría y por orden de Calígula fue llevado el obelisco a Roma el año 37 y terminó presidiendo el Circo de Nerón situado sobre la colina del Vaticano. Junto al obelisco marca la tradición el lugar donde fue crucificado y muerto San Pedro. En 1586 el papa Sixto V decidió trasladarlo hasta su actual ubicación. A pesar de la corta distancia la obra era costosa ya que el enorme bloque de granito rojo medía más de 25 metros y pesaba cerca de 350 toneladas.

El 10 de septiembre de 1586 todo estaba preparado. Cerca de 900 hombres, 140 caballos y centenares de cuerdas de cáñamo iban a iniciar una maniobra cuya clave estaba en la coordinación y la máxima atención para entender las órdenes que se iban dando. La plaza pronto se llenó de curiosos y para evitar que el alboroto apagase las voces de mando se ordenó silencio absoluto bajo pena de muerte al que lo incumpliese. Llegó el momento y las cuerdas se tensaron, el esfuerzo aumentaba. Ya a punto de conseguir izar el obelisco, casi vertical, las cuerdas de cáñamo empezaron a echar humo. El silencio era amenazador, un momento más y las cuerdas se romperían, pero todos recordaban el castigo de pena de muerte.

Una voz rompió el crítico momento: “Daghe l’aiga a le corde!”.

¡Agua a las cuerdas! El capitán Giovanni Bresca, avezado marino genovés, sabía que las cuerdas de cáñamo se estiraban peligrosamente hasta romperse. Solo había una solución para evitarlo: echarles agua. Dicho y hecho. “Acqua alle funi”.

Roto el silencio, izado el obelisco, Giovanni Bresca, capitán genovés, no fue castigado sino que el papa le recompensó con el derecho a izar la Bandera Pontificia sobre su nave y concedió a su ciudad, Bordighera, y a su familia el privilegio de proveer de manera exclusiva al Vaticano las palmas para la celebración del Domingo de Ramos.

Nos vale el ejemplo. El mundo echa humo, señal de que el fuego avanza.

Coincidían mis palabras escritas con la muerte del papa. Me he detenido para pensar en el significado.

Solo se me ocurre que e Espíritu Santo elija el papa que ahora necesitamos porque el mundo cruje como las cuerdas de cáñamo. Cada uno tirando de su cuerda oímos el crujir del cáñamo y el humo que desprende lo que va a ser fuego. Se nota el desorden moral.

“Daghe l’aiga a le corde”. En manos del Espíritu Santo.

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