María Corina

Es una mujer dulce, de una hermosura inusual en política por dentro y por fuera, hecha de resistencia y libertad, armada con el verbo de la paz para combatir la represión y la dictadura en Venezuela. María Corina Machado se ha convertido en un símbolo de la democracia, en la depositaria de un liderazgo mundial contra el chavismo bolivariano pendenciero. Llegó tarde a recoger el nobel de la paz en Oslo (Noruega), tras un largo periplo por tierra, mar y aire, pero iluminó con su presencia los rincones más oscuros del régimen de Nicolás Maduro, ese grandullón cómico entre hombre del saco y malvado de comic en la realidad geopolítica y obscena de Marvelandia. La sonrisa de Corina está hecha de esperanza y dolor, de nostalgia de un país inmensamente rico saqueado por unos tiranos sin escrúpulos. La sonrisa de Corina se dibuja con la ilusión del futuro, con la amargura de un pasado oprimido donde al disidente se le encarcela y asesina, donde al que piensa distinto se le expulsa bajo el yugo férreo del totalitarismo comunista.

La responsabilidad que María Corina adquiere con la Historia es inmensa, porque sobre su liderazgo descansa el destino de toda una nación

María Corina Machado habla un perfecto inglés, está preparada para regir los destinos de una Venezuela democrática sin guerra civil ni sangre, construida a base de derechos y libertades, donde el hambre y las ideologías no fabriquen delincuentes ni despierten la confrontación. Corina transmite una dimensión humana nada frecuente en la selva política, alborotada por el sobresalto de la amenaza constante, sometida a la clandestinidad del escondite y la huida permanente. María Corina es la nueva heroína del siglo XXI, un ejemplo de sufrimiento y fortaleza, un derroche de sacrifico personal a costa de la separación familiar y el riesgo evidente y constante de una muerte violenta.

Machado es la lideresa definitiva de la oposición venezolana, porque encarna con acierto los valores de un pueblo noble, explotado y sometido como el venezolano. Ella es la antítesis del régimen, la resiliencia de la verdad frente a las mentiras del caudillo. Estamos ante una mujer especial y única, ante una política de raza que no abandonará a los venezolanos, que se ocupará de sacar de la miseria a una sociedad anclada en la escasez, engañada con propaganda y dependencia del narco-estado corrupto y estancada en la eterna espera de una democracia libre y una constitución justa. María Corina Machado es un soplo de aire puro en la política sucia del régimen caribeño, una Agustina de Caracas que luchará por recuperar las libertades de sus conciudadanos amedrentados por el miedo y el terror. La responsabilidad que María Corina adquiere con la Historia es inmensa, porque sobre su liderazgo descansa el destino de toda una nación. En su semblanza se adivina estar viviendo un sueño, el final de una pesadilla que traerá felicidad a millones de venezolanos expatriados. Con ella debe volver a Venezuela la fe en el destino libre de las gentes, la certeza de que hay un futuro para niños y jóvenes, la añoranza de un presente en el que sumen todos sin rencores ni venganzas. Es María Corina, la nobel de la paz a la que Sánchez no ha felicitado ni siquiera en su Aló Presidente de ego-balance.