Todos a la mesa

Publicado: 26 dic 2025 - 02:05

Opinión en La Región
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Es el mueble por excelencia en estas fechas. Palabra que procede del latín “mensa”, que era un pastel sagrado en los sacrificios romanos. De pastel se extendió a comida y, de ahí, al enser donde se come. Era lógico designarlo “tabula”, la plancha de madera donde se servían las viandas…encaja así el vocablo “table” que se utiliza tanto en francés como en inglés.

Sin duda evoca una reunión de dos o más personas. Pocas más , dicen , son las que se sientan para dominar los escenarios económicos y geoestratégicos mundiales. Ocupa también lugar de relevancia la “Resolute Desk”, también conocida como la “Hayes Desk” (la Reina Victoria se lo regaló al presidente Rutherford B. Hayes en 1880), punto central del despacho oval en la Casa Blanca. Fabricada con la madera de roble de un navío británico –el HMS Resolute- que un barco americano encontró a la deriva en el mar Ártico en 1886. Se lo llevaron de vuelta a la Reina que encargó dos escritorios idénticos, el otro aún permanece hoy en Buckingham Palace.

Acabando el año emerge con fuerza el recuerdo del nacimiento de Jesucristo y también de los discípulos que le acompañaron en esa última cena donde también fue necesario este mueble.

Su carácter casi litúrgico, como el que se usa en las celebraciones religiosas para presidir los oficios, hace que esa aura sirva para dotarla no sólo de institucionalidad, también de un perfil negociador que implica búsqueda del acuerdo y el consenso. Hace algunos años participé con la asociación de empresarios del polígono de San Cibrao das Viñas dando la bienvenida a una mesa exterior, a metros de su sede, que nació con vocación de servir de apoyo a grandes acuerdos y anuncios futuros. Mesas se llaman las que se constituyen en ámbitos laborales o empresariales para dirimir conflictos, para buscar soluciones o simplemente para escuchar otras opiniones. Y todos sabemos, aunque se describan como “redondas”, que el tamaño habitual, y cómodo, es el rectangular.

Así se denomina, la Mesa, a la que rige los destinos de los Parlamentos. Y el mueble en sí admite innumerables variantes, como la mesa camilla y me viene a la memoria la del ejemplar galeguista Ramón Piñeiro, en su residencia del número quince de la Rúa Xelmírez compostelana, donde germinaron muchas de las iniciativas de resistencia cultural y política. A años luz pero no tan distante de la redonda donde el Rey Arturo en Camelot reunía a sus caballeros más leales como Lancelot (nombre escogido por la banda de hard rock de Ourense donde tocaba un hijo de Joaquín Leguina, primer presidente de la Comunidad de Madrid, y que se hizo inmortal con una versión de “la canción del pirata” de Espronceda), Percival o Gawain.

Las mesas de juego, especialmente naipes o billar, tan lejanas y tan cerca. Mesas para conocerse como la que sustenta “Siete de septiembre”, el tema de Nacho Cano que habla de su relación con su novia Coloma Fernández Armero, concretamente la mesa número nueve del madrileño restaurante “La Parra”, en el número treinta y cuatro de la Calle Monte Esquinza, muy cerca de su estudio de grabación. Mesas para cortar relaciones como la que sirvió a Brian Epstein para expulsar a Pete Best de the Beatles. Mesas para generar transiciones a la democracia como la del Mesón de Cándido, con vistas al acueducto, donde el gobernador civil de Segovia Adolfo Suárez habló, y escribió, sobre el futuro de España al entonces príncipe Juan Carlos de Borbón el siete de enero de mil novecientos sesenta y nueve.

Un gran honor fue trabajar más de una década en una obra de arte de Muebles Rodríguez, empresa orgullo de la carpintería ourensana y con orígenes en Coles, una auténtica saga de artistas, en el despacho presidencial del Pazo provincial. He tenido también la fortuna de sentarme en la habitual de Mario Benedetti en el Café Brasileiro de Montevideo. Curioso comprobar cómo la que utilizaba el Consejo de Administración de Banesto cuando lo intervino el Gobierno de Felipe González estuvo en una de las aldeas de nuestra provincia.

Acabando el año emerge con fuerza el recuerdo del nacimiento de Jesucristo y también de los discípulos que le acompañaron en esa última cena donde también fue necesario este mueble. Sentémonos en una silla a la mesa con las mejores intenciones evitando que aflore la polarización tan de moda. Brindemos con las mejores compañías y por los mejores resultados. Y procuremos que sus patas, sus pilares, sean lo más sólidas posibles. Que la resistan. Porque, como dijo Camilo José Cela y Trulock, el genio de Iria Flavia, “resistir es vencer”.

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