Miguel Anxo Bastos
Extremadura: la clave está a la izquierda
Hoy, las emisiones que produce la fabricación de acero, principal material de ingeniería en el mundo y fundamental también en el desarrollo de nuevas energías, es también uno de los principales causantes de la emisión de CO2 a la atmósfera. Es precisa una inversión importante en el desarrollo de métodos de reducción del mineral de hierro, basados en la reducción por hidrógeno, que solucione este gran problema. Al mismo tiempo, nuestro afán consumista de productos electrónicos hace que el crecimiento de la basura electrónica en el mundo, equivalente hoy a 350 megacruceros, se desechan o incineran en lugar de reciclarse. Esta basura electrónica así malograda contiene toneladas de metales de gran valor, que son fundamentales en la transición energética. Transición energética para la que es fundamental la disponibilidad de más de 60 metales, que son críticos y estratégicos y que no tenemos en Europa.
Metales como el litio, el cobalto o los provenientes de tierras raras, no se producen en Europa. Hay algunos metales, necesarios para las baterías que se construirán en los próximos 20 años, como el níquel o los ya mencionados litio y cobalto, de los que no existen hoy reservas mundiales para cubrir la demanda. Y el cobre, necesario en todas las aplicaciones vinculadas a energías de las llamadas “verdes”, se está consumiendo a un ritmo tan vertiginoso, que en los próximos veinte años consumiremos tanto cobre como en toda la historia de la humanidad. Hoy necesitamos una nueva generación de ingenieros metalúrgicos, capaces de abordar estos problemas desde la perspectiva de la ciencia y la ingeniería. En Europa no tenemos metales para abordar la transición energética, no somos capaces de reciclar la chatarra que generamos, no sabemos reciclar más del 20% de la basura electrónica que generamos de forma exponencial, y estamos cerrando plantas de producción primaria de metales porque nuestra legislación nos prohíbe generar CO2. Es imprescindible encontrar, de forma urgente, maneras alternativas de fabricar metales.
Al tiempo de los cambios propiciados por el llamado Plan Bolonia, todas las universidades que ofrecían formación metalúrgica fueron progresivamente migrando a titulaciones en Ingeniería de Materiales
Necesitamos como sociedad (europea) científicos e ingenieros metalúrgicos capaces de abordar estos retos, si queremos afrontar la transición energética por nuestra cuenta, sin depender de socios como China o Rusia. Pero a partir de los años ochenta, al tiempo de los cambios propiciados por el llamado Plan Bolonia, todas las universidades que ofrecían formación metalúrgica fueron progresivamente migrando a titulaciones en Ingeniería de Materiales (donde los contenidos en ingeniería metalúrgica son mínimos).
La metalurgia estaba pasada de moda, los empleos del sector parecía que estaban disminuyendo y muchas de las grandes empresas metalúrgicas pasaban por distintos tipos de problemas. Y hoy, en España, no formamos los ingenieros metalúrgicos que ya estamos necesitando. Como sociedad nos estamos preocupando mucho en formar matemáticos e informáticos capaces de abordar complejos algoritmos para desarrollar la inteligencia artificial, pero nos estamos olvidando que sin metales disponibles no existirán los equipos que podrán utilizar esos algoritmos. Necesitamos una nueva generación de ingenieros metalúrgicos “sostenibles” que nos garanticen que no nos quedaremos sin materias primas para abordar la transición energética. Y de paso romper las barreras que ya existen en industrias que demandan aleaciones que soporten todo tipo de condiciones extremas de uso. En el mundo ya no se habla de “Metalurgia”, sino de “Metalurgia Sostenible”. Tenemos que empezar a convencer a nuestras universidades de la necesidad, ya imperiosa, de formar a estos profesionales. Mañana será tarde.
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