Antonio Casado
Cumbre de la desunión europea
Venezuela es un país que siempre generó simpatía a los gallegos y, singularmente, a nosotros los ourensanos. Y no por su nombre –atribuido a Américo Vespucio que la denominó “Veneziola” o “pequeña Venecia” por la comparación de los palafitos indígenas con las construcciones sobre el agua en Venecia- sino por haber sido destino de tanta emigración en busca de mejor futuro en épocas extremadamente difíciles. Embarcaron fundamentalmente jóvenes o personas de mediana edad porque era bienvenida la mano de obra en muchos sectores económicos por el impacto petrolero siendo Venezuela uno de los países con mayor proyección. Es raro conocer a alguien que no haya tenido un familiar o vecino que residiera donde entonan con orgullo el “Alma llanera”.
España debe ser referente en Iberoamérica como siempre lo ha sido y liderar las relaciones de la Unión Europea con nuestros países hermanos
Esa simpatía y hermandad deviene desesperación y tragedia al comprobar la deriva dictatorial y contra los derechos humanos de la república bolivariana de Nicolás Maduro. Una podedumbre institucional que ilustra Tamara Sulay Sujú Roa, Directora Ejecutiva del Instituto Centro de Estudios para América Latina (CASLA) cuando la cataloga como tiranía estructural con una red criminal transnacional. No existe el estado de derecho y la declaración universal de derechos humanos es papel mojado mientras la corrupción, las torturas y el horror forman parte del menú del día de un salvajismo inenarrable. Una situación que se ha agigantado después de las elecciones del 28 de julio de 2024 en el que fue derrotado el chavismo por millones de votos y robada la voluntad popular al impedir que Edmundo González Urrutia aumiera el cargo de Presidente legítimo y democráticamente elegido. El Parlamento Europeo condenó enérgicamente el fraude electoral orquestado y controlado por un régimen que se negó a hacer público el resultado oficial. Los informes de las misiones internacionales de observación electoral indicaron que los comicios no cumplieron con los criterios de integridad electoral. Europa condenó los asesinatos, el acoso, las violaciones y las detenciones perpetradas contra la oposición democrática al régimen y contra la sociedad civil y el pueblo venezolano. También pidió la Eurocámara a la Corte Penal Internacional que incluyese las violaciones de los derechos humanos y las detenciones arbitrarias en sus investigaciones sobre los presuntos crímenes contra la humanidad cometidos por el régimen de Maduro exigiendo que rindan cuentas los responsables.
Expresaba María Corina Machado, líder de las fuerzas democráticas, en su comparecencia por videoconferencia en la comisión de Asuntos Iberoamericanos del Senado el 10 de junio de 2024-a cuarenta y ocho días de las elecciones- que Venezuela estaba preparada para conquistar la libertad y que se encontraba ante una lucha ética por la verdad, una lucha existencial por la vida y una lucha espiritual. Y esa lucha chocó contra el autoritarismo y la dictadura más soez y represiva..cinco días después de las elecciones Maduro ya presumía de tener dos mil detenidos. Venezuela no se está normalizando porque es imposible normalizar algo extraordinariamente aberrante. Los venezolanos hicieron todo lo que pidió la comunidad internacional: diálogos, unidad, primarias, elecciones…la sociedad civil ya no puede hacer más, una situación límite donde Maduro no es presidente poque está usurpando el poder y no hay gobierno porque no gobierna. En Venezuela no hay estado y sí una obsesión por hacer desaparecer la disidencia, acorralar la sociedad civil y acabar con cualquier vestigio de la separación de poderes.
Las palabras de Tamara Sulay nos dan un baño de dramática realidad: desapariciones forzadas, detenciones selectivas, terrorismo de estado, miedo colectivo,amenazas,ausencia total de garantías judiciales, centenares de personas “clandestinos” –escondidos en el país- con Nicolás Maduro al frente de nuevas “instituciones” (Consejo de Defensa de la Nación y Consejo de Seguridad de la Nación)…hasta Nicolasito -su hijo Nicolás Maduro Guerra- dedicado a entregar armas (qué capricho el de su segundo apelllido!). Asistimos a una herida psicosocial que afecta a toda la nación con represión en las calles mediante tropas de operaciones especiales armadas y sin identificación.
Y en España Sánchez cómplice de esta situación insostenible contando con el papel “suavizante” de un Rodríguez Zapatero que no sabemos muy bien a qué se dedica además de pastelear con la dictadura. Tan amantes que son de la semántica para lo que les conviene. ¿Serán esos los zapatos del expresidente a los que debe dedicarse? ¿Será una cuestión de maletas, vicepresidentas y patéticos episodios como el de Barajas? Debemos negarnos a compadrear con la propaganda y demagogia típica del autoritarismo. Hay que negarla, denunciarla y apoyar sin fisuras la democracia con mayúsculas. Respetar el pluralismo político pero poner en su sitio a quien socava los fundamentos de nuestra convivencia y viola los derechos fundamentales y políticos de las personas.
España debe ser referente en Iberoamérica como siempre lo ha sido y liderar las relaciones de la Unión Europea con nuestros países hermanos. Es desesperante pensar en la degeneración económica, social y cultural que han apreciado y vivido en primera persona los gallegos y descendientes que residen, por ejemplo, en la parroquia de El Junquito en Caracas mientras asisten a las duras decisiones de los presidentes del chándal. Una adversidad que une a la comunidad ourensana afincada en Ourense, como hace días vimos conmemorando a su patrona nacional la Virgen del Coromoto. Recemos a la Virgen y pidamos a la Corte Penal Internacional que actúe con urgencia. Para que sigan sintiendo orgullo los “nacidos en esa ribera del Arauca vibrador, hermanos de la espuma, de las garzas, de las rosas y del sol”.
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