Opinión

Confesiones de un periodista

Fernando Jáuregui es un periodista con el que se podrá estar o no de acuerdo, pero nadie puede poner en duda su profesionalidad; tiene ideología muy marcada, pero no le duelen prendas si tiene que criticar a la izquierda, donde tiene su corazón. Es de la vieja escuela, de los que apuestas –apostamos- por la información por encima del análisis, porque solo con buena información se puede hacer un buen análisis, así que es de la casta que buscan –buscamos- la información debajo de las piedras, acudiendo a donde se producen los acontecimientos y hablando con los directamente implicados.

Acaba de escribir un libro que es todo un ejercicio de sinceridad y valentía. Pocos se atreverían a contar lo que cuenta, sin importarle que en la trastienda se encuentren los puntos más siniestros de personajes de reconocido prestigio en la política y en el periodismo, y los puntos más elogiables de personajes tenidos por siniestros.

“La Ruptura. La revolución en marcha que no supimos ver”, se da un repaso a la Transición y a lo que vino después de la Transición, escrito por un Jáuregui que forma parte de los apenas cinco o seis periodistas que vivieron el final del franquismo y todavía siguen en activo. Y además, con su empecinamiento en estar donde había que estar, hablar con quien había que hablar, y escudriñar lo que había que escudriñar, la historia profesional de Jáuregui se convierte en la historia de España de los últimos cincuenta años. 

Explica su admiración por el rey Juan Carlos, al que conoció muy bien, convertida ahora en decepción y por qué, su admiración por el rey Felipe al que conoció muy bien; la cara oculta de políticos que ocultaban miserias bajo su supuesta grandeza, y lo contrario, y también cómo son los partidos desde dentro, los de antes y los de ahora, y cómo manejaban los resortes para llegar al poder los de antes y los de ahora.

Menciono la valentía de Fernando porque no solo escribe sobre políticos, sino también sobre periodistas y periódicos, lo que es muy sano pero también peligroso. Lo sabe porque ha sufrido peripecias poco agradables por no someterse a consignas, y lo hace con nombre y apellidos. Hacía falta que alguien se pusiera ante el ordenador para contar verdades como puños aunque duelan, ya que en el periodismo también hay sometimientos al poder por parte de profesionales que presumen de independencia, envidias malsanas, miedo a represalias por publicar informaciones incómodas o dudas sobre el momento adecuado para publicar una exclusiva por temor a que la publique antes el adversario.

He trabajado codo a codo con Fernando durante años y en alguna ocasión las hemos tenido tiesas. Pero si a alguien le interesa la política y el periodismo, si alguien busca verdades contrastadas y vividas en primera persona, si alguien no se conforma con saber solo lo que sale a la superficie, éste es su libro.

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