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TRIBUNA
Me confieso admirador del género distópico, relatos, cómics, películas y series de TV que representan sociedades imaginarias detestables y aterradoras, donde campan a sus anchas la opresion, el autoritarismo, la pérdida de libertades y la degradacion, social y ecologica. Suelen ambientarse en el futuro, pero sostiene Aloysius que quizás estemos viviendo un presente distópico. Nos estamos refiriendo a la inquietante situación actual de los EEUU, y de paso, en el resto del planeta.
Pero esta vez no hay zombies ni extraterrestres, ni catástrofes apocalpiticas ni pandemias
Y una vez más vamos a ir al cine, a revisar Civil War (2024) de Alex Garland, algo más que una pelicula de accionarial o una distopía futurista, quizás una advertencia. A ver si les suena: un grupo de periodistas recorren unos EEUU devastados a la procura de la última entrevista a un presidente que resiste ante un conflicto armado interno atrincherado en la Casa Blanca con sus últimos fieles. ¿Un futuro posible?. Más bien parece una extrapolación inquietante y plausible del malestar político actual. Acuérdense de Contagio (2011) de Steven Soderbergh, y cómo fue capaz de vaticinar con una década de antelación una pandemia sorprendentemente parecida a la covid-19.
El malestar político planetario actual está conmocionado ante la polarizacion, la desinformación, la violencia institucional y la erosión democratica, elementos presentes en el film de Garland y nuestra actual existencia. La guerra civil de la gran pantalla surge como resultado lógico de la acumulación de tensiones sociales que un buen día llegaron a normalizarse. Estamos ante un magnifico ejemplo de cine catastrofico. Pero esta vez no hay zombies ni extraterrestres, ni catástrofes apocalpiticas ni pandemias. Hay mucha violencia, extremismo y poder aferrado al poder. Y toneladas de paparruchas, bulos o fake news, como ustedes prefieran. Quizás lo más potente del film no sean los disparos ni las explosiones, sino el silencio, las miradas de los civiles y la impotencia de los testigos de tantas atrocidades arbitrarias.
Los periodistas de Civil War, Lee (Kirsten Dunts), Joel (Wagner Moura) y la bisoña Jessie (Cailee Spaeny) son un símbolo del fracaso informativo, testigos de una guerra que no pueden detener, idénticos a los que tienen que cubrir compungidos la masacre en Gaza. Esta película nos propone una reflexión incómoda y urgente: si no somos capaces de frenar a tiempo, la delgada línea roja entre ficcional y realidad puede desaparecer. Dicen los augures que Europa se está preparando para una guerra contra Rusia, de la que el conflicto de Ucrania no es más que un cruel preámbulo. Tal vez los EEUU se estén enfrentando a una fractura civil como durante su Guerra de Secesión, que tantas y tan buenas peliculas ha dejado para la posteridad, y entre las que yo me sigo quedando con la brutal explosión de la sangrienta viscosa Batalla del Cráter (30 de julio de 1864), al comienzo de la épica e intimista Cold Mountain (2003) de Anthony Minghella.
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