El Prestige del Gobierno sanchista

El Gobierno sanchista ya es un nuevo Prestige, buque viejo empeñado en navegar en medio de una tempestad que lo zarandea sin piedad, con un casco muy deteriorado, lleno de grietas, fisuras y raspaduras profundas. Uno de esos cascos llenos de vías de agua, que cuando lograr tapar una se abre otra y otra y otra hasta que se desespera la tripulación. Además, va cargado de chapapote, fugándose por todas las grietas, manchando lo que toca con su viscosidad. Cuando más se quiere evitar la mancha más se expande. El capitán, nuevo Mangouras, se mantiene en el puente rechazando toda posibilidad de abandono porque está convencido de que puede seguir gobernando su barco. El es el único convencido, los demás saben que va a la deriva y que aquello solo puede acabar en un hundimiento espontáneo o forzado.

Ante lo que sucede con el Gobierno sanchista, cualquier comentarista, informador o analista se ve atrapado en tal avalancha de hechos delictivos, fechorías, escándalos, registros policiales, acusaciones, detenciones, encarcelamientos, tan rápidos, tan constantes, tan diversos, que no le queda ya capacidad para digerirlos todos, asimilarlos, comprenderlos. ¿Qué más tiene que pasar para dimitir, para que convoque elecciones?

La pregunta que estos días dirigen los periodistas a los miembros del Gobierno que se les ponen a tiro, es insistente: ¿pueden seguir gobernando así? La respuesta -de los que responden- es que si, que van a continuar avanzando en los derechos de los ciudadanos; que el Gobierno sigue a los mandos. o que “hay gobierno de corrupción para rato”, en versión Yolanda Díaz. La vicepresidenta, ministra de Hacienda, vicesecretaria del partido y candidata a la Junta de Andalucía, María Jesús Montero, dice que lo que sucede con sus colaboradores más cercanos son fecharías de personas que casi no conoce, con las que tuvo poco trato, son como unos hilillos de plastilina. Pero la mancha pringosa se va extendiendo por toda España, tanto con los delitos de corrupción económica como las agresiones machistas de sus dirigentes que dejan al descubierto la hipocresía de su feminismo. Por eso tienen soliviantadas a todas las dirigentes de las federaciones del PSOE, que ya no aguantan más. Ya no tiene manos para tapar tantas vías de agua.

Socios como el PNV o Esquerra adquieren un perfil bajo, un actuar con moderación, ser prudentes, no descalificar por las primeras impresiones, dejar pasar el tiempo para que reposen las acusaciones, las detenciones, las encarcelaciones. Calma, calma, tienen mucho que perder si se hunde el barco. Esperar a ver si llega a aguas portuguesas y allí deja de verter chapapote, como esperaban con el Prestige.

Por su parte, los medios de comunicación defensores de Pedro Sánchez – Ignacio Escolar con Angels Barceló en la SER- difunden la teoría de que al presidente del Gobierno le pasa esto porque tuvo que echar mano de lo menos presentable que quedaba en el PSOE ya que otros dirigentes lo echaron y no le querían ayudar. Lo que quedaban eran militantes poco fiables, pero Sánchez no tuvo más remedio que recurrir a ellos. Sánchez es muy bueno, pero quedó rodeado de personas indeseables. Tales defensores omiten que sin esos indeseables no hubiera sido presidente.

Finalmente, el socialismo de siempre tendrá que provocar un hundimiento controlado para evitar que los daños de la marea negra sean irreparables.

Rotos y descosidos-El feminismo político

Ha tenido que dimitir forzadamente el dirigente socialista Paco Salazar, íntimo colaborador de Sánchez y de otros ministros y ministras del Gobierno, por sus actitudes machistas irrespetuosas con las mujeres de su negociado. Ha tenido que dimitir forzadamente el presidente de la Diputación de Lugo y dirigente socialista José Tomé, por supuesto acoso en su entorno laboral y actitudes faltonas. Ha tenido que dimitir el senador socialista y miembro de la Ejecutiva, Javier Izquierdo, por denuncias de acoso, abuso de confianza o de poder, a las mujeres de su entorno. Quizás hoy ya sea alguno más.

También ha tenido que dimitir forzadamente el alcalde Algeciras y senador del PP, José Ignacio Landaluce, por denuncias de acoso. Lo cual demuestra que estas actitudes machistas no tienen tendencias políticas únicas. Pero la extensión de los casos en el socialismo muestra que el feminismo que predican, del que se consideran promotores exclusivos, mientras llaman negacionistas del feminismo a los populares, es pura bambalina, cartón piedra o imagen virtual. Aquel “soy feminista porque soy socialista” que alardeaba Ábalos ha quedado como un triste artificio, la hipocresía más absoluta y la broma más pesada.

Quizás toda esta oleada de dimisiones y consecuencias del machismo sirva para que muchos políticos y hombres de partido empiecen a actuar como personas íntegras -o por lo menos contenidas- en sus vidas públicas y privadas.