Opinión

A toro pasado

Esta expresión, de momento no se dice de las vacas, pero todo se andará, se suele aplicar en esos momentos en los que el personal sabe lo que se tenía que hacer...pero cuando ya han pasado los acontecimientos, o los toros.

Salvo para aquellos encantados de haberse conocido, que repiten siempre el clásico; “si volviera a nacer, repetiría lo mismo” y que, viendo lo que han hecho, compruebas que no han dado una a derechas ni tampoco a izquierdas, la gran mayoría nos identificamos con aquella otra expresión que dice lo contrario; “rectificar es de sabios”.

Cuando el petrolero Prestige se paseaba frente a las costas gallegas con 70.000 toneladas de mierda, los responsables de aquella tragedia, los que podían decidir en aquellos angustiosos seis días, seis, qué hacer con el barco, decidieron la peor de las opciones, después de consultar con los comités de expertos, científicos, técnicos y asesores de todo tipo; alejarlo de la costa. Cualquier otra alternativa hubiera sido más acertada; desde habilitar cualquier puerto, hasta, en último caso, poniendo rumbo a toda máquina, aprovechando la gran marea del Atlántico; encallarlo contra una escogida playa en la que previamente se le hubiera preparado, tuvieron tiempo de sobra, una adecuada “cama”, con barreras y diques de todo tipo; a la mañana siguiente, con la marea baja, nos encontraríamos con el petrolero fuera del agua varado en la arena. Tal vez, hasta fuera posible haber podido rescatar el crudo que transportaba. Habría que limpiar alguna superficie en las cercanías donde hubiera encallado, de acuerdo, pero nunca nos encontraríamos con los cientos de kilómetros de costa pringados de negro alquitrán que se vieron afectados por el vertido, dando lugar a una de las mayores tragedias contaminantes que se recuerdan, como consecuencia de haber tomado una decisión equivocada, los que dirigían el país en aquellos momentos. 

Es así de sencillo, trágico y lamentable. Estoy seguro de que, los que en aquellos días tuvieron en sus manos el poder de haber decidido otras opciones más acertadas, les acompañará siempre, hasta el final de sus días, la tristeza de no haber sabido hacerlo. Se parece un poco a lo que pasa en cualquier accidente, con el agravante de que en la mayoría de los casos no tienes seis días para pensar, tienes que tomar la decisión en minutos o tal vez segundos; si aceleras o frenas, si ciñes o te abres, si vas por aquí, o vas por allí, si cortas el cable rojo, negro o azul. 

Aunque en diferentes escenarios, circunstancias y protagonistas, hay algunos aspectos en esta guerra que nos traemos contra el coronavirus, ( si será guerra que, no sé por qué, pero la otra noche soñé con aquel viejo cantar guerrero; “si te dicen que caí...”, ya digo, no sé por qué, los sueños, sueños son, ya se sabe) que me recuerdan lo sucedido en aquella tragedia de las costas gallegas, (¿Nunca mais?) viendo la actuación de los que en esta ocasión llevan los mandos y pueden también tomar decisiones, podemos comprobar que compiten perfectamente y con ventaja con todas los errores, ineptitudes y chapuzas que en aquellos días cometieron los que podían haber tomado decisiones más acertadas.

Porque no se trata de criticar por criticar, ya que da un poco de pena ver como los unos, antes de abrir la boca, ya sabes lo que te van a decir, en función del partido que sean, de la televisión en que salgan o del periódico en que escriban, y los otros. ¡Vaya por dios! ya sabes que te van a decir lo contrario. Pero hay una realidad; las cosas se pueden hacer bien o mal. De la misma forma que en meteorología nos dicen con antelación que viene una tormenta y que hay que alejarse de los ríos y torrentes, en este triste episodio del coronavirus, hay demasiadas pruebas de que no se hizo caso de las advertencias. Como en en el caso del Prestige, los que en estos momentos tienen el mando, el mando único como ellos dicen, también han tenido unos días en que han tenido la oportunidad de haber actuado de otra forma, con el agravante de que en este caso, cada día, se producían cientos de víctimas. Réquiem por todos nosotros. También ellos y ellas, los que pudieron haber actuado de otra forma, lamentarán, y tal vez llorarán, por el resto de sus días, el no haber sabido hacerlo mejor.

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