¿Qué es la reduflación?

Publicado: 09 jun 2025 - 02:05

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Hay muchas conversaciones recurrentes y que se repiten en bucle con amigos, vecinos, familiares o conocidos. Uno de los temas más repetidos en los últimos años en todas estas tertulias ha sido la constante subida de nuestra cesta de la compra. Cuantas veces habremos oído o habremos pronunciado la siguiente frase: “antes ibas al supermercado y con setenta euros llenabas el carrito y ahora no te llegan ciento cincuenta”. Es más, todos hemos notado que la cesta de la compra nos dura menos, incluso cuando compramos exactamente lo mismo que hace no demasiado tiempo.

Según la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios), la mayor organización de consumidores de España, en los últimos cuatro años, los alimentos acumulan una subida del 33% (un 8,25% de media anual, que se antoja más que relevante).

Pero regresando al carrito, la subida de los precios provoca que nuestro ticket medio se eleve, esto es debido fundamentalmente a la inflación que es sin duda el factor principal, pero existe otro del que se habla mucho menos y es por ello que a mi es del que me apetece hablar, me refiero a la reduflación (shrinkflation en inglés).

¿Y qué es la reduflación? Es una estrategia comercial que consiste en reducir la cantidad de producto que se vende en un mismo envase, manteniendo o incluso incrementando el precio. También se la conoce como “inflación invisible” o “inflación oculta”, y se produce cuando los consumidores pagamos un mayor importe por una menor cantidad. Resumiendo, se trata de una subida de precios encubierta por una deliberadamente maliciosa política de marketing.

Pero nada mejor que unos sencillos ejemplos para ilustrar el término. Hace menos de un lustro algún paquete de galletas de las de toda la vida contenía un número de galletas determinado y siempre ese mismo número durante muchos años. Hoy un paquete muy similar al de siempre contiene un 25% menos al mismo precio. Pero no tengo nada en contra del sector de los galleteros. Lo mismo ocurre, con alguna lata de mejillones, algún bote de espárragos, algún rollo de papel de cocina, algún bote de gel de ducha, etc. etc. etc. Y utilizo el indefinido de manera reiterada, porque no son todos los fabricantes, pero si más de los que quisiéramos. Afortunadamente siguen existiendo muchas marcas serias que huyen de estas prácticas, solo nos queda identificar a las que no lo son.

A medida que he ido desgranando el significado de la palabra reduflación, me he dado cuenta de que se trata de otro eufemismo acuñado bajo un criterio demasiado benévolo. Parece excesivamente generoso utilizar el término de reduflación, inflación oculta o inflación invisible. Yo directamente le llamaría “jetaflación”, “timoflación” o “me río en tu cara flación”. Todos asumimos que una subida de costes de producción derivará casi siempre en una subida de precios, pero las prácticas deshonestas no se pueden consentir.

La OCU ha alertado en muchas ocasiones en los últimos años que muchos productos en los supermercados han sufrido reducciones de cantidad entre el 5 y el 20% sin cambios en el precio. Según la misma fuente, aproximadamente el 7% de los productos analizados en supermercados han sido afectados por esta práctica.

Mientras tanto tratemos de seguir algunos consejos de la OCU cuando vayamos al supermercado. Eso sí, posiblemente tengamos que utilizar calculadora si la etiqueta no nos facilita la información que necesitamos

Pero lo que realmente me gustaría saber es que parte del incremento de precio de nuestro bien principal más básico, nuestra comida, se debe a la inflación y que parte a la “jetaflación”. No es fácil encontrar estudios al respecto, es más, ¿quién podría estar interesado en un estudio sobre ello? Los pocos que hay indican que entre un 10% y un 20% del aumento de precios en productos de consumo básico se debe a la reduflación.

Organizaciones como la OCU y Facua (Federación de Asociaciones de Consumidores y Usuarios de Andalucía) han denunciado estas prácticas y solicitan al gobierno que se obligue a los fabricantes a informar claramente en el etiquetado sobre cualquier cambio en el contenido o formato del producto. También han iniciado campañas para alertar a los consumidores y han presentado denuncias ante las autoridades competentes contra varias marcas que todos conocemos y que no mencionaré.

La Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios (Real Decreto Legislativo 1/2007) establece que los productos deben proporcionar información clara, veraz y suficiente sobre sus características esenciales, incluyendo el peso y la cantidad. No obstante, no obliga a los fabricantes a informar de reducciones en la cantidad si el etiquetado sigue siendo correcto.

En octubre de 2024, se presentó una proposición de ley para modificar el Real Decreto 1/2007. En esta propuesta se busca obligar a las empresas a informar claramente a los consumidores cuando se reduzca la cantidad de producto, sin una reducción proporcional del precio. A día de hoy sigue a trámite parlamentario y aún no ha sido aprobada.

En cualquier caso, hemos vuelto a la política para tratar de solventar nuestros problemas económicos, pero la política discurre lentamente, demasiado ocupada con fangos, casquerías, mafias, acosos sexuales, fiestas privadas, etc., y el verano se nos echa encima.

Mientras tanto tratemos de seguir algunos consejos de la OCU cuando vayamos al supermercado. Eso sí, posiblemente tengamos que utilizar calculadora si la etiqueta no nos facilita la información que necesitamos. Fijémonos en los precios por unidad, por kilo, por docena o por litro; seamos escépticos con los nuevos packaging, a veces su intención es mucho más perversa que un simple cambio de imagen; intentemos comprar a granel o en envases grandes y, por último, fijémonos en marcas blancas que normalmente se suelen mantener más alejadas de estas prácticas de dudosa reputación.

Para finalizar, y mientras no se aprueba nueva legislación al respecto, nos queda compartir y dar la mayor difusión posible a través de nuestras redes sociales o del modo que consideremos más adecuado a aquellos ejemplos que detectemos cuando vayamos al super, porque como consumidores podremos sufrir y aceptar una subida de precios, no será la primera, pero lo que no podemos aceptar es que piensen que pueden tomarnos el pelo y además pagar un sobreprecio por ello.

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