Plácido Blanco Bembibre
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No había muerto, ni un golpe de Estado había derrocado a Kim Jong-un. El líder norcoreano ha aparecido tras seis semanas de ausencia que provocaron todo tipo de especulaciones, pero aparentemente no tiene más problema que los provocados por el sobrepeso, que podrían haber provocado una rotura en los tobillos o algún tipo de torcedura que aconsejaba permanecer quieto durante un tiempo. Kim Jong-un se ha mostrado en público con bastón, pero su aspecto era bueno e incluso dedicó sonrisas a sus acompañantes … y a los periodistas.
En Corea del Norte no se puede dar ninguna información que pueda contrariar al líder máximo, el que lo haga puede poner en riesgo su vida, incluso con torturas previas. Pero quienes conocen bien las interioridades del país más oscuro del planeta, afirman que su visita a un centro científico de Pyangyong y a un nuevo barrio residencial tenía como objetivo principal demostrar que está vivo y se mantiene al frente del país.
Es la razón de que el Rodom Sinmun, el periódico del Partido de los Trabajadores, partido único, haya publicado un extenso reportaje gráfico a la mayor gloria de Kim Jong-un, en el que se le ve en aparente buena forma física, con buen semblante, y haciendo comentarios sobre las instalaciones científicas y la calidad de las nuevas residencias.
El presidente norcoreano no aparecía en público desde que el 3 de septiembre acudió a un concierto en compañía de su esposa. No asistió a una sesión parlamentaria que habitualmente cuenta con su presencia y, lo que dio credibilidad a las muchas especulaciones, tampoco fue hace dos días a la conmemoración del aniversario del PT. Fueron esas especulaciones, sin duda, las que provocaron su aparición pública.
Una dictadura férrea y sanguinaria como la que se vive en Corea del Norte solo se mantiene bajo un régimen de terror. Y el terror se desvanece si existen indicios de que el jefe máximo, el que aplica la aniquilación al disidente, puede haber muerto física o políticamente. Kim Jong-un se apresuró a hacer acto de presencia ante el temor de que su ausencia provocara movimientos no gratos: su hundimiento.
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