Rafael Dávila Álvarez
Non plus ultra
MUJERES
Cierto que en las casas hay robots desde hace mucho tiempo. Aparatos que hacen las cosas por nosotros. Lavadoras, secadoras, aspiradoras, picadoras, infinidad de aparatos de cocina, amasadoras, ingenios que fríen, con o sin aceite, o simplemente con aire ¿quién lo diría? Televisores, tabletas, móviles, todos los juegos posibles, ordenadores, radares, bicicletas y coches eléctricos. Voces anónimas que guían en los viajes, que llegan de satélites que no se ven.... Sea como sea, los hogares ya son inteligentes. Avisan y compran lo que haga falta desde la propia nevera, las alarmas previenen posibles contingencias desagradables. Sin embargo, existen polémicas cómicas sobre el particular. ¿Las lavadoras tienen vida propia? Mi amigo Fernando dice que le desaparecen los calcetines.
Otros alegan que les faltan prendas íntimas… Todos los demás del grupo se ríen y aseguran que recogen cada prenda que lavan. Y aquí se arma el guirigay. ¿Habrá un genio burlón dentro de los aparatos que juega con los dueños que los manejan? O simplemente son cacos con sistemas locos. Otro motivo de duda son los cubiertos. Los cubiertos en las recogidas siempre se caen. Esto como todo, tiene una razón física. El mango de los cubiertos es más pesado que lo que les sigue. Hasta ahí, bien. Pero aunque se pongan al revés en los platos, o sea, el mango dentro de ellos a propósito, caen, sin más.
¿Son así para caerse expresamente? ¿Por qué? ¿Los preparan para ayudarnos a hacer ejercicios cada vez que acabamos de comer, o quieren que los recojamos en bandejas de plata, porque se sienten más exquisitos que el resto de la vajilla? ¡Qué cansinos! Vamos a tener que volver a los tiempos en los que los cubiertos eran las manitas preciosas armadas con pinzas insustituibles, a las que nada se les escapaba. Pero todo esto y mucho más, cada instante de la vida está… Usted lo ha adivinado, querido lector, ¡en una nube! En una nube está toda la vida de propios y extraños que han de guardar sus escritos, fotografías, novelas o acciones dramatizadas. Las películas ya se compran o alquilan en las plataformas y ellas se encargan de guardárselas a usted, para el momento en que las quiera ver o alquilar. Entonces, usted, querido lector, ha de solicitarlas y su guardador se las facilita. Ya no las coge usted directamente de su estante. Es todo un gran favor.
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