Takaichi

Publicado: 03 nov 2025 - 01:55

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La primera ministra de Japón, Sanae Takaichi, primera mujer en ocupar ese cargo en dicho país en toda su historia, recibió el otro día en su país a Donald Trump en esa gira que el mandatario americano está haciendo por el extremo oriente, a ver si consigue más contratos y negocios por allí para él, que es lo que le interesa. No sé si han visto ustedes las imágenes del protocolo de la recepción, pero no tienen desperdicio.

Donald Trump parece un pato mareado, fuera de lugar, sin norte, errático. Y Takaichi tiene que reconducirlo amablemente y con delicadeza (los japoneses son especialmente corteses) a cada momento, para que Trump se dirija hacia donde se tiene que dirigir, salude a quien tiene que saludar, y se detenga donde se tiene que detener. Cosas que al neoyorquino parecen resultarle una tarea muy difícil.

Ignoro si ese comportamiento tanto físico como mental de Trump en Japón se debe a su edad o a que estaba atiborrado de drogas como un conejo en esos momentos. Pero eso no importa. No debió haberse burlado tanto de Biden en los años anteriores porque… él ya está ahí ahora también. En el mismo sitio.

Las imágenes de las escenas son impactantes. Sobre todo si recordamos que el actual presidente de los Estados Unidos tiene un largo y nutrido historial de encendidos discursos tachando insultantemente a su predecesor Biden de ser un viejo chocho que se confundía en los discursos, tenía dificultades para caminar y tropezaba con cualquier escalón que le pusieran delante. Y sí, Biden en los últimos tiempos era un viejo chocho, es cierto. Usted y yo seremos también un viejo chocho. Todo el mundo si alcanza una cierta edad probablemente llegue a ser un viejo chocho.

Ignoro si ese comportamiento tanto físico como mental de Trump en Japón se debe a su edad o a que estaba atiborrado de drogas como un conejo en esos momentos. Pero eso no importa. No debió haberse burlado tanto de Biden en los años anteriores porque… él ya está ahí ahora también. En el mismo sitio.

En los setenta tuve un amigo japonés. Estudiábamos Sociología ambos en la Complutense. Un japonés en aquellos años en España era un exotismo solo comparable a un natural de Isla de Pascua. Pero mi amigo no era un hierático Mohai. Era un profesor de filología hispánica de la universidad de Osaka, especializado en poesía surrealista española y en la obra de García Lorca. Se llamaba, confío en que aun se llame así pues la última vez que lo vi fue hace cuarenta y seis años, Takao.

Y ya que la primera ministra japonesa se llama Takaichi, esa recepción de Trump captó mi atención en principio solo por la similitud fonética de los nombres de mi amigo y esa primera ministra, así que me fijé.

No se pierdan esos vídeos de Trump recorriendo los pasillos, haciendo los saludos oficiales y protocolarios que le tocan, pero como un zombie que no sabe a dónde ir. Y con la sufrida y educadísima Takaichi a su lado intentando llevarlo por el itinerario correcto para que el invitado no hiciera demasiado el ridículo.

Mi amigo se llamaba Takao. Un día me explicó que Takao significaba “esposo obediente, marido feliz”.

No sé lo que significa Takaichi. Ahí lo dejo.

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