La “tormenta perfecta”

Publicado: 31 oct 2024 - 00:11

El contraste entre el cielo azul del que hemos podido disfrutar estos días y la intensidad de las lluvias que se han vivido en el este de la Península Ibérica, y muy especialmente en la Comunidad Valenciana, pone de manifiesto que la Península es una región de fuertes condicionantes meteorológicos. Esta circunstancia se debe a muchos factores, entre ellos la latitud en la que se encuentra, el hecho precisamente de que sea una península y, siendo un factor muy determinante, su orografía ya que España es el segundo país más montañoso de Europa.

La otra causa que hace que las diferencias sean más intensas, no solo en el espacio sino también en el tiempo (sequías severas seguidas de episodios de precipitaciones intensas), es el cambio climático que se encuentra como un telón de fondo que acompaña a todo lo demás, ocasionando un aumento tanto en frecuencia como en magnitud de fenómenos meteorológicos externos.

DANA son las siglas de Depresión Aislada en Niveles Altos. Consiste en que el aire frío de las capas altas de la atmósfera se queda aislado de la circulación. Para aclarar esto pensemos en los frentes asociados a las borrascas. Un frente es una separación de masas de aire con diferente temperatura, las borrascas y sus frentes asociados en nuestras latitudes llegan por el oeste y se desplazan hacia el este porque están conectados a la circulación atmosférica, pero en el caso de la DANA la masa de aire frío se aísla, es decir, se desconecta de la circulación y por tanto ya no se mueve en esa dirección; puede permanecer estacionaria o incluso como sucede en el caso de la de estos días desplazarse lentamente hacia el oeste. Las DANAs pueden provocar grandes intensidades en las precipitaciones pero no por sí mismas sino que necesitan más condiciones para que eso suceda. Estas son, temperaturas elevadas y humedad que alimentan la convección y la inestabilidad generando precipitaciones muy intensas. El aliado perfecto, en este caso, ha sido el mar Mediterráneo, con una temperatura del agua que en este verano ha registrado de nuevo un máximo situándose la temperatura media de las aguas superficiales en 28.15 grados centígrados, según el CEAM.

Así, se ha generado la “tormenta perfecta”, un embolsamiento de aire frío casi estacionario que se va desplazando hacia el oeste lentamente y un mar Mediterráneo cálido proporcionando un flujo de humedad que sumado a todos los demás factores, por decirlo así, más ordinarios, ha logrado acumulados de precipitación que no se habían nunca producido: localidades con acumulados de más de 100 litros por metro cuadrado en una hora o acumulados en 24 horas que superan los 400 litros. Por establecer una comparación, cuando hablamos de registros en Galicia de precipitación acumulada en 24 horas tenemos valores en los últimos años de estaciones con valores entre 100 y 150 litros por metro cuadrado en 24 horas como récords de precipitación.

¿Y ahora qué?

Las consecuencias de esta DANA son a nivel de daños materiales y humanos enormes, por el momento ni siquiera calculables y va a llevar tiempo recuperar las zonas más afectadas. España es, según los estudios científicos, una de las zonas del planeta que más le va a afectar el cambio climático, los fenómenos extremos cada vez serán más frecuentes y además de actuar activamente contra la causa del cambio climático los expertos indican que debemos adaptarnos al cambio. La adaptación pasa por asumir los efectos del mismo y poder estar preparados para que, ante la probabilidad de que se produzca un fenómeno meteorológico extremo avisar a la población y poner todos los medios al alcance para salvaguardar las vidas.

Pero para poder hacer eso, la comunidad meteorológica y científica además de los diferentes gobiernos debe hacer mucha divulgación y saber que solo tenemos probabilidades de que ocurran sucesos, no tenemos una bola mágica. Cuando existe la probabilidad de que un fenómeno meteorológico se produzca también está la de que no se produzca, debemos estar preparados como sociedad para que eso suceda. No me imagino en el corredor de tornados de EEUU que, cuando suenen las alarmas y la población se ponga a resguardo, se enfaden si el tornado no les afecta o se valoren las pérdidas económicas por “detener la vida de las personas un tiempo”.

Ahora en lo inmediato está la tarea más dura y complicada, reponerse ante la catástrofe, a medio plazo queda además un ejercicio de reflexión para mejorar nuestra disposición como sociedad a enfrentarnos a este tipo de fenómenos.

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