Opinión

Contradicciones veganas

Los veganos son una gente curiosa que me llama mucho la atención. Sienten mucho cariño por los animales, es cierto y eso es muy respetable, a mí también me encantan los animales. Pero los veganos sienten cero cariño por las plantas. Cero. Las devoran sin ningún rubor y sin ningún cargo de conciencia. Es un poco sorprendente ¿no les parece?

Yo de niño tuve tres perros, un hámster, un ratoncito blanco, un galápago, una tortuga de tierra, un canario, un erizo, unos cuantos grillos en jaulitas de plástico en la cocina de casa, y muchos años después incluso tuve peces. Nunca tuve gato. Actualmente tengo un chihuahua muy simpático que se llama Atticus, y un buen montón de plantas en el salón de mi casa. Dos ficus, dos troncos de Brasil, varias sansevieras, un aloe vera, un árbol de Jade, una orquídea, dos drácenas y un espatifilo.

Nunca se me ocurriría comerme a Atticus, claro, es mi familia. Sería casi canibalismo y eso no está bien. Pero tampoco se me ocurriría, salvo que me estuviera muriendo de hambre, hacerme una ensalada de ficus, aloe y sansevieras. Aparte de que una ensalada así resultaría difícilmente masticable.

Los veganos a mí me parecen como los antivacunas. Se les ha ocurrido una idea delirante y la han puesto en práctica e intentan convencernos a todos de que lo que dicen es lo adecuado. A costa de lo que sea. A costa de que mucha gente enferme ya que es muy difícil ser vegano estricto y conseguir proteínas, por ejemplo. Pero bueno, en este mundo... "hay gente pá tó". Adelante.

Yo pensaba que los humanos éramos omnívoros, pero según los veganos somos o deberíamos ser herbívoros, a pesar de nuestra dentadura y nuestro intestino. Mis ficus y sansevieras no pueden responder a esto aunque les he preguntado con insistencia, pero sospecho que no les gusta nada la idea. Por si acaso hoy los he regado un poquito más no vaya a ser que se conviertan en aquella planta fabulosa venida del espacio exterior de la película "Little Shop of Horrors", que se volvía un monstruo y quería devorar a todo el mundo. Eso sí, Rick Moranis en aquellos geniales números musicales seguía alimentándola con su propia sangre.

Todos vivimos sumidos en un mar de contradicciones. La vida de los humanos es una pura contradicción de principio a fin. A mí la contradicción vegana solo me produce ternura. Me imagino al final a los veganos delgaduchos y débiles, y cómo va a tener que cuidarlos la sanidad pública que pagamos todos. Como a los fumadores (y yo lo soy). Supongo que habrá que establecer protocolos especiales en los hospitales para eso.

Bueno, ya vale este tema. Aburre hasta a las ovejas, que por cierto sí son veganas de verdad. Los dejo ahora porque tengo que ir al súper a comprar solomillo, hoy tengo invitados en casa y me toca hacer la comida. ¡Salud! Y que ustedes lo pasen bien.

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