Chito Rivas
PINGAS DE ORBALLO
As esperas teñen idade?
HISTORIAS DE UN SENTIMENTAL
En el baúl de mis recuerdos esenciales tengo yo un buen lote de “La Región” de hace medio siglo y más. Son testimonios del reflejo de la crónica diaria de aquellos tiempos de adolescencia y juventud, desde el teatro juvenil a los primeros tiempos de aquella radio entrañable en la que comencé mi andadura por el mundo de la comunicación. Aquel 6 de junio de 1971, Alfonso Sánchez Izquierdo firmaba una de sus primeros trabajos en nuestro periódico, con fotos de Reza. Era un reportaje con los que hacíamos radio en “La Voz del Miño” y “Radio Popular”, respectivamente Horacio Caneiro, Adela García, Luis Álvarez Pousa y yo mismo. En aquel tiempo, la radio local era una gran escuela de comunicación, la relación ye compañerismo entre los profesionales era cordial y excelente. Ni la cadena de emisoras sindicales ni la que sería la COPE emitían entonces pocos programas en cadena. La radio era eminentemente local. Y muy buena, variada, entretenida y comercial, desde los pequeños concursos, los discos dedicados, las habituales crónicas necrológicas y los programas musicales variados. En Radio Popular, al final de la necrológica se decía “la vida no desaparece, sino que se transforma”. Una vez me olvidé de la frase y dije: “La vida no desaparece, sino que se acaba”.
Salvo la obligación de emitir a las 14,30 el “Diario hablado de Radio Nacional”, conocido como “El parte” desde la guerra civil, las normas de la época sólo nos permitían emitir información local y deportiva. Y como estaba vigente la ley de Fraga, cuyo artículo 2 establecía que se podía criticar a los concejales “con el debido respeto”, se producían hoy divertidas anécdotas, pero que en aquel momento te podían costar un expediente de la Delegación de Información y Turismo y la suspensión profesional por un tiempo. En una ocasión estuvo a punto de costarme un disgusto un comentario sobre lo que anunciara un concejal, que era militar, quien nos diera cuenta de que se iba a construir un nuevo cementerio en Ourense, que no sería tan triste como los demás. O sea, que iba a ser un comentario alegre. El asunto se prestaba a chirigota y lo era. Pero había que tener cuidado con “el debido respeto”.
Sobre la radio local y su importancia comunicativa, sociológica y trascendente en general se han escrito excelentes estudios
El comercio local solía patrocinar sencillos discursos, cuyos premios podían ser unas zapatillas o cosas parecidas. Pero la gente concursaba. Los profesionales de la radio éramos hombres y mujeres “todo terreno” y hacíamos de todo, incluidos los que como yo estábamos adscritos a los servicios informativos. Ya he contado que la festividad de nuestro patrono, el Angel de la Anunciación, celebrábamos una gran fiesta por todo lo alto. Otro de los usos tolerados de aquel tiempo eran las inocentadas. Todas las emisoras emitíamos falsas noticias o episodios que la gente se creía el 28 de diciembre. O bien anunciábamos obras imposibles o cosas parecidas. En una ocasión, en Radio Popular intercalamos en la señal ordinaria de la emisión con sonidos de pájaros y otras aves, y la gente se creyó nuestra historia de que en la antena de la emisora se había instalado una bandada de pájaros que interfería nuestra señal. Alguna persona nos llamó interesándose por adquirir alguno de aquellos pájaros.
Había programas especiales de Navidad y para los emigrantes. Los locutores de las dos emisoras más modernas también colaborábamos como presentadores de todos los numerosos festivales de tipo que se organizaban entonces, en los que colaboraban los artistas locales, los coros, los grupos musicales y músicos profesionales que tanto tocaban en “Auria” como en “La Bilbaína”. Ya he contado que conservo una valiosa cantidad de grabaciones de aquel tiempo, depositadas en el Arquivo Sonoro de Galicia, y ya he podido usar alguna en mi intervención en el Foro de “La Región”, y volver a escuchas las voces de Ferro Couselo, Otero Pedrayo, “O Xocas” y tantos otros, aparte de entrevistas a personajes locales diversos de aquel tiempo, o el propio Festival del Miño que dejó de celebrarse en 1974.
Sobre la radio local y su importancia comunicativa, sociológica y trascendente en general se han escrito excelentes estudios que confirman los valores y recuerdos de quienes formaron y formamos parte de ella. ¿Quién me habría de decir que, pasado el tiempo, en mi etapa de profesor de la Universidad de Vigo, en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación, área de Periodismo, habría de tener asignada, entre otras materias la de comunicación radiofónica? De ahí que este viejo recorte de “La Región” de hace más de medio siglo evoca un tiempo de enorme importancia como expresión de aquel Ourense lejano, pero presente en el recuerdo de quienes lo vivimos.
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