DIVISIÓN ENTRE LOS COLEGIADOS
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MALOS TRATOS A SU EXPAREJA
Richard R. E. se sentó en el banquillo del Penal 2 enfrentándose a una acusación de malos tratos a su expareja, formulada tanto por la Fiscalía como por la acusación particular. Sin embargo, lo que comenzó como un juicio por un presunto delito de lesiones y daños en el ámbito de la violencia de género, acabó convirtiéndose en un examen a la credibilidad de la denunciante, vecina de A Rúa, cuando la defensa destapó un presunto modus operandi: “Denuncia sistemáticamente a sus parejas cuando estas deciden romper la relación porque tiene miedo al abandono y al rechazo; sufre un trastorno psiquiátrico”.
Según destacó la letrada, “mi cliente es la cuarta pareja a la que denuncia; a ninguna lograron condenar, pero a ella sí, el 30 de octubre de 2024”, reveló la abogada Ana Rey, refiriéndose a una sentencia del Juzgado de lo Penal 2 que sancionó a la mujer tras haber acusado de forma mendaz a un exnovio de maltrato psicológico, lesiones, amenazas y tres agresiones sexuales.
La denunciante, que declaró por videoconferencia, se mantuvo firme. Según su relato, los hechos ocurrieron el 18 de diciembre de 2023, sobre las tres de la tarde, en el domicilio que compartían en A Rúa. Sostuvo que Richard, en un “ataque de furia” porque ella intentó echarlo de su casa, destrozó un televisor Samsung y la agredió: “Me agarró fuertemente por el cuello y me golpeó contra la pared”, aseguró, añadiendo que, una vez en el suelo, recibió varios puñetazos. Por ello, reclama un año de prisión, tres de alejamiento y 950 euros de indemnización, además de una multa de 10 meses a razón de 10 euros al día.
El acusado, que mantenía una relación de apenas dos meses, ofreció una versión distinta. Declaró que la presunta víctima había “mezclado alcohol con pastillas” y se volvió agresiva al comunicarle él su intención de romper. “Fue a la cocina a por un cuchillo y le di con el codo en un ojo para defenderme; de hecho, yo tuve arañazos y mordeduras en el brazo”, relató ante la jueza. Su abogada sostiene que las lesiones y los daños fueron provocados por la propia denunciante para instrumentalizar la justicia, repitiendo el patrón de despecho que ya la llevó a ser condenada anteriormente. “Sigue un patrón cuando se siente despechada”, alegó la letrada defensora. Pero no solo interesa la absolución de su cliente, sino que pidió a la jueza que se deduzca testimonio: si la togada tiene claro que ha mentido bajo juramento debe enviar las actas de este juicio al juzgado de guardia para que la investiguen por falso testimonio.
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