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LA NUEVA OURENSANÍA
Dulce, sonriente y hermosa son tres palabras que vienen a la mente al cruzarse por primera vez con Marcela Patricia Quisbert Ledesma, boliviana residente en Ourense, donde además de afincarse con su familia, llena un vacío que, en su país, la circundaba. “Vine a reunirme con mi mamá”, cuenta. Tras la muerte de su padre en 2004 ella tomó el camino de la migración hacia este lado. Quedó Marcela muy niña a cargo de su abuela, rodeada de primos y hermanos. Llegaron a ser hasta diez con esta buena señora, que los sacó adelante con estricta disciplina, y gracias a lo que sus hijos iban enviando. “Mis tíos están en Madrid y mi madre y su hermana aquí en Ourense”, aclara.
“Nunca nos faltó nada material, pero claro, la necesidad era a mi mamá, recién ahora estamos empezando a convivir y a disfrutarla”, explica.
“Nos dedicamos a full a nuestra iglesia”, comenta Marcela, cristiana evangelista, aunque del todo cierto no es, porque también ejerce de auxiliar de odontología. En Valdorregueiro está el templo donde se reúnen todos sus miembros, gente de todas partes con su pastor gallego. “Hay venezolanos, bolivianos, cubanos, dominicanos, españoles… mi gran descubrimiento en Ourense”, revela. Cuenta Marcela que en Bolivia estaba perdida, “no hacía lo correcto”, comenta, “aunque desde pequeñita iba a la iglesia”, añade. “En un momento dado nos tambaleamos y llegar aquí fue un nuevo comienzo”, comparte sin pudor, y hace muy bien, seguro que su testimonio a otros jóvenes ilumina. Nos llama la atención esta revelación, lo de que llamase Dios a su puerta, pero también lo de que antes era una chica mala. “Yo no era callejera pero en una época salir me llenaba, hasta que llegó un punto en que sentí que me perdía”, aclara.
Por el dibujo que pinta de su pasado suena a que la evasión que proporciona andar de verbena, no acabó de convencerle. “Oruro, mi ciudad, es muy famosa por el carnaval, hay un festival de bandas con celebraciones todo el rato”, comenta. Existe por lo visto una danza típica de estos festejos, y que se conoce como la diablada. Representa este ritual de baile el enfrentamiento entre las fuerzas del bien y del mal, y nos viene al pelo para hacer con ella una metáfora.
No habla desde la pesadumbre Marcela, más bien desde la serenidad y la conciencia de la decisión tomada. Hablamos con ella de salud mental, un tema que sale continuamente en prensa y con su explicación extraemos un mensaje claro. Mientras no llega la sanidad, la espiritualidad va salvando almas. “Nada de lo que logré fue por mis propias fuerzas, me las ha dado siempre Dios”, opina Marcela, que se quita mérito por sus logros. No se lo vamos a discutir porque es su testimonio y no el nuestro, pero desde aquí queremos aplaudirla por ‘andar dereita’, así que le vamos a quitar con su permiso un poquito de mérito al señor, y se lo damos a su intelecto.
Vive en O Couto con su madre y sus dos hermanos y se siente acogida por los ourensanos. “En mi experiencia son muy amables y cariñosos, mi jefe y compañeros me tratan de la mejor manera”, comenta. Ansía poder homologar sus estudios para poder hacer intervenciones más complejas.
No existe el ego en el discurso de Marcela, pero tampoco vive fuera del mundo, le gusta la moda y también las manualidades. “Ser creativa”, define, dos días consecutivos la vimos, con dos estilismos bien diferenciados.
La interrogamos sobre paparotas a la boliviana, a ver si ya se acostumbró al grelo, o sigue enganchada al maíz y los tubérculos. “Charquekan”, revela su plato favorito, una delicia que lleva fundamentalmente carne de res o llama deshidratada (el charque), con mole, que viene a ser maíz reventado. “En Bolivia se come… ¡se come!, pero ya nos hemos habituado al estilo español y estamos racionalizando más las cantidades”, comenta entre risas. Pues ya es algo, lo de cambiar el perol en la cocina por el uso de un pequeño cazo.
“Burato y moa”, dos palabras le vienen a la mente al preguntarle por su gallego. Salen de esos paisanos amables a los que atiende, las caries no perdonan al buen cristiano. Tiene Marcela Patricia Quisbert una sonrisa alineada y franca, que regala mientras extiende la palabra. ¡2x1 estamos en rebajas!, a sus dos trabajos ha hecho publicidad, y parece que no ha sido intencionado.
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