La comunidad mormona habla de las víctimas del incendio: "Todo el mundo podía ir a casa de Mili"

La comunidad mormona a la que pertenecían ambas fallecidas las define como dos mujeres entregadas. Mili lideraba grupos de ayuda a mujeres y Edilma se vinculó hace años a la iglesia

En la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, ayer no se hablaba de otra cosa más que del incendio que acabó con la vida de Valentina y Edilma. Hubo dos reuniones, como cada domingo, en esta comunidad mormona a la que pertenecían ambas víctimas del fuego en Covadonga. Son una veintena de miembros, procedentes fundamentalmente de Latinoamérica, los que forman parte de esta pequeña familia. Valentina era mucho más: una especie de líder que daba cobijo al que llegaba. Así lo hizo con Edilma que, a pesar de que hace años residió en Ourense, la marcha a su país de origen, Brasil, hizo que muchos perdieran contacto con ella y ahora solo pueden recordarla como una buena mujer que vino a buscar una vida mejor para su familia

Montse, la más afectada, conoció a Valentina cuando “enseñaba” a otros misioneros la entrada en la iglesia. “El primer recuerdo que tengo es su sonrisa e invitarnos a todos a comer arepas a su casa. Siempre había una olla de comida, todo el mundo podía ir a casa de Mili porque siempre encontraba cobijo”, señala esta amiga. Sobre Edilma, “al estar fuera mucho tiempo, perdimos relación. Pero todos nos habíamos alegrado de que volviera y lamentamos que su sueño se haya frustrado”. Recuerda a Valentina como una líder: “Cada vez que los misioneros regresan, una visita obligada era la casa de Mili”. Lo confirma el presidente de la iglesia ourensana, José Luis Álvarez: “Era la mamá de los misioneros, siempre los acogió en su casa. Era el punto de encuentro donde cobijaba a gente”. 

Francisco iba todos los días a casa de Mili. “Le gustaba servir a otras personas. Y aunque ahora llevaba tiempo sin venir por el trabajo, todo el mundo la conocía porque había hecho algo por alguien”.

Dora se bautizó con Valentina, en 2009. “Teníamos una relación muy estrecha, siempre fue un apoyo para mí. A Edilma la vi la semana pasada en su casa, era muy buena persona”. 

Rosa María trabajó con Valentina en el proyecto de ayuda a la mujer que desarrollan en la comunidad religiosa. “Fue mi amiga del alma. Ayudó a muchas mujeres que llegaban al programa de la Sociedad del Socorro. Era muy íntegra. También Edilma era así”.

Sobre Edilma, la más desconocida, añade José Luis que ya intentó hacer su vida en Ourense hace años. Incluso trajo a un sobrino adolescente de Brasil. “Pero era muy difícil poder ayudarle con el trabajo que tenía. Terminó marchándose”. La comunidad espera darles funeral a ambas cuando la investigación del suceso termine.

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