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Domingo de Ramos
El coronavirus no tiene corazón, ni alma, tan sólo -si me permiten- triste afán de protagonismo. Arrasa con todo, lo humano y lo espiritual.
El vicario de la diócesis, Francisco Pernas, musita las palabras, apesadumbrado ante el significado para la comunidad católica; no sólo desborda los servicios asistenciales de Cáritas, inunda las parroquias de llamadas de gente desesperada, sino que además arrampla con los actos religiosos en unos meses de gran actividad.
“La Cuaresma es un tiempo de fuerte preparación para la Pascua¨, dice, con su particular voz parsimoniosa, que en un lugar amplio y silencioso como el Obispado resuena a letanía. La ciudad estos días es un ente abstracto, un gran escenario afectado como en tiempos de la peste, en el que la monumentalidad de algunas de sus edificaciones resaltan las iglesias, entre ellas la Catedral.
El vicario, papel en mano, enumera las celebraciones que han quedado en el limbo a causa del COVID-19. “Un encuentro de niños de catequesis en Verín, el 28 de marzo. La sesión del Sínodo, el 14 de abril. Se han pospuesto conferencias cuaresmales, retiros, celebraciones penitenciales, cada comunidad parroquial tiene su calendario propio, pero se establecen siempre entre el Miércoles de Ceniza y el Jueves Santo”.
El tiempo de confinamiento se llevó por delante el día de San José, de marcado espíritu comercial, y muy celebrado. “San José es la fiesta del Seminario, este año teníamos pensado la ordenación de dos presbíteros, y un diácono; por ahora en suspenso”. También las novenas y romerías en honor a San Benito, y los festejos de San Lázaro. Entre los actos de Semana Santa, que están suspendidos, está el de Domingo de Ramos, y su tradicional procesión de hoy domingo.
El obispo celebrará una misa en la Catedral a puerta cerrada y sin fieles. “Antes de la celebración, a las 12 h se tocarán todas las campanas para recordarnos que comienza la Semana Santa y lo mismo haremos el Domingo de Pascua para recordar la resurrección del Señor. ”La situación será inaudita, en las iglesias estará un párroco sólo y por público, “algún compañero” si lo hay, porque en la mayoría de ellas estará el cura en soledad. Quienes quieran seguir los oficios lo pueden hacer a través de los medios de comunicación, apunta el vicario.
La imagen del obispo oficiando en solitario, a lo sumo con algún miembro del cabildo, en plena Semana Santa, es una imagen insólita y bien triste. Se pierden una serie de actos de marcado sentido espiritual pero también muy seguidos en la proyección turística de la ciudad, que en los últimos años con la procesión del Viernes Santo, quedaba siempre muy concurrida.
Otras de las celebraciones restan quedan en el limbo son las comuniones, a celebrar entre mayo y la Asunción, el 15 de agosto. “Celebraciones que conllevan la participación de mucha gente, del pequeño comercio -floristerías, ropa- y hostelería; en esto también va a ser muy duro”.
Entre los actos religiosos que no se van a celebrar próximamente, salvo milagro, está la novena de Fátima. “Por el número de fieles y personas que concentra creo que no va a ser posible”. Pues eso, maldito coronavirus, “bicho” sin alma ni corazón.
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