Pablo Marnotes Raña: “La Ley de Memoria Democrática generó un derecho indiscutible, pero sin los recursos para ejercerlo”

Pablo Marnotes Raña, quien fuera hasta hace muy poco presidente de la Federación de Sociedades Españolas (Fedespa) la abrumadora demanda de solicitudes de nacionalidad vinculadas a la Ley de Memoria Democrática y su superposición con las gestiones consulares habituales no le fue ajeno desde sus inicios. “Era previsible —señala— por el número de personas que involucraba, pero de todos modos superó las expectativas”. Marnotes considera que uno de los motivos que explica la magnitud de la demanda es el interés por obtener un pasaporte que abre las puertas de la Comunidad Europea.

El dirigente abordó el tema, desde su rol institucional, tanto con el anterior cónsul, Fernando García Casas, como con el actual cónsul José María Ridao, buscando aportar ideas y colaboración. De hecho, y como una de las soluciones —parciales, pero no menores—, Marnotes destaca que los trámites de visado se realizan actualmente en un espacio de la Federación, en virtud de un convenio consular que ha permitido ampliar la capacidad edilicia y desconcentrar parte de la atención de la sede principal.

“Deberían haberse previsto las consecuencias de la creación de ese derecho —que lo es, y muy valorable y legítimo— cuando se sancionó la Ley de Memoria Democrática”, reflexiona. “Y tal vez tomar los recaudos para que su implementación estuviese precedida de los recursos humanos, edilicios y tecnológicos necesarios. Se generó un derecho indiscutible, pero era necesario prever las condiciones para ejercerlo”.

En este sentido, Marnotes afirma: “Voy a romper una lanza por don Fernando García Casas, quien duplicó la plantilla del Consulado de Buenos Aires y extendió el horario de atención a la tarde. Fue un paliativo, poco más, pero demuestra que las circunstancias habían sido advertidas y en parte modificadas”.

Según el expresidente de Fedespa, “la política sanciona derechos, pero no recursos”. En su opinión, habría sido oportuno establecer un plazo de ejecución que permitiera una implementación más ordenada, incluyendo el uso de sedes de la colectividad como espacios de apoyo para evitar la concentración de trámites en un único lugar.

En cuanto a las medidas actuales, Marnotes destaca el proceso de ordenamiento de las tramitaciones impulsado por el cónsul Ridao, quien gestionó espacios extraconsulares y reorganizó los circuitos administrativos para diferenciar los trámites habituales de los derivados de la Ley de Memoria Democrática. “Podemos decir que en este momento se está llegando a una normalización, para que los nacionales —los que ya son españoles— y necesitan renovar un pasaporte u otro documento, no se vean afectados por la demanda de quienes están tramitando su nacionalidad al amparo de la nueva ley”, explica.

Mirando hacia adelante, Marnotes considera que “sería mejor volver al esquema en el que el español transmite su nacionalidad a sus hijos al nacer o durante su infancia, porque ahora están contemplados prácticamente todos los casos posibles”.

“Luego, con el tiempo, nada impide evaluar si se requiere una mayor amplitud responsable. El tiempo permite analizar circunstancias que hoy no podemos prever. Lo que sí sabemos es que los errores históricos en el cercenamiento de derechos a la ciudadanía se han corregido con la sanción de estas normas. Y de eso estamos muy satisfechos en la colectividad española, que en Argentina —y especialmente en Buenos Aires— es numerosísima”, concluye.