Chito Rivas
PINGAS DE ORBALLO
As esperas teñen idade?
Que una empresa o un sector productivo sufra de manera continuada bajas laborales es un problema con importantes repercusiones tanto para la propia entidad, el resto de la plantilla de trabajadores, como para la economía en su conjunto. Una de las causas más frecuentes de sufrir bajas es por absentismo laboral.
A esta triada hay que añadir el problema de la temporalidad laboral, las condiciones laborales, la complejidad de la estructura familiar actual y la creciente necesidad de cuidado para descendientes y ascendientes. La suma de todos estos elementos generaría “una tormenta perfecta”.
A raíz de los informes publicados nuestra Comunidad Autónoma es una de las regiones donde este fenómeno supone una mayor incidencia, tanto en términos absolutos como relativos. Como resulta evidente, a medida que aumentan las jornadas perdidas, se incrementa la duración de la baja, crece el volumen de ausencias y aumentan los procesos, las bajas y el absentismo laboral presentan una mayor intensidad. Y esto es un grave problema que precisa una rápida intervención por la pérdidas económicas y no económicas generadas.
Además, hay argumentos de peso para conocer, aunque de forma aproximada, las razones de este fenómeno, entre otros, el fuerte proceso de envejecimiento de la población, el contar con sectores productivos con elevadas tasas de absentismo y que la fuerza de trabajo no siempre este especializada para acometer de manera eficiente las tareas. A esta triada hay que añadir el problema de la temporalidad laboral, las condiciones laborales, la complejidad de la estructura familiar actual y la creciente necesidad de cuidado para descendientes y ascendientes. La suma de todos estos elementos generaría “una tormenta perfecta”.
Los efectos sobre los costes son desde luego muy relevantes. En primer lugar, los importes que deben pagar las mutuas y la Seguridad Social por las bajas. En segundo lugar, la cantidad que supone tener que reemplazar a una persona trabajadora de baja por otra. En tercer lugar, los efectos derivados de la perdida de producción y/o ralentización de los procesos económicos generados las bajas, tanto a nivel micro como macroeconómico. En cuarto lugar, el malestar que puede suponer una plantilla con mayor carga de trabajo. Y estos son solo algunos de los efectos. Suma y sigue.
Por este motivo, es fundamental cuantificar la intensidad de las bajas, tanto desde el punto de vista cualitativo como cuantitativo, evaluar sus costes económicos, tanto de forma directa como indirecta, y medir la pérdida de bienestar que genera para el resto de la plantilla.
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