El partido. Elige un momento, elige una estadística... Se diría en la versión personal del monólogo inicial de “Trainspotting”. El COB, a diferencia de los “pringaos” de la novela de Welsh, tuvo la voluntad y control de todo lo que fue el juego, rebote, balones perdidos, asistencias, valoración, evidentemente anotacióne, incluso, hasta el basketaverage -en Melilla había perdido de 18 puntos el conjunto ourensano-. Una victoria más para el COB y un rival menos con el que competir por la permanencia. Como bien contestaban a mi pregunta mis habituales compañeros de asiento, Ángel y Carlos: ¿descendidos?, Melilla -lo lamento por Gonzalo García de Vitoria, al borde de las lágrimas por su recibimiento en el Pazo- y dos más.
No fue el partido más brillante, para nada metódico, pero tuvo sus momentos y en ellos “mis dieses” -como tuiteó Basilio Romero para ponderar la ocurrencia de un amigo- para Kurt Kuath, intimidador, que bien puede perder impacto lejos del aro, pero que bien protegido en estructuras atrás es uno de los mejores. Con Majgafic, un 3/4 capaz de defender -hasta al pívot- y anotar de tres, lo que es de gran valor, y en especial para Txwmi Urtasun -20 puntos, 3 asistencias-, último refuerzo ourensano, muy por encima, en la comparativa, de Davis III, en la misma condición e importancia para Melilla y con solo 7 puntos (tres desde la línea de tiros libres). Los resultados vienen a reforzar una realidad: no es solo acudir al mercado de fichajes, sino poseer unos códigos, costumbres, de las que el Pazo, una vez más a tope, es ejemplo, sin los cuales es imposible salir del atolladero.
Acierto propio y favores -resultados- favorables del resto del G7, pero esto no acaba aquí. A la vuelta de la esquina Albacete: ¡otra final!