El coruñesismo salió de un museo

La gente prefiere ir a la cafetería, hay que reducir museos”, proclamó Gonzalo Pérez Jácome, alcalde de Ourense para justificar el candado en el Museo Municipal desde hace cuatro años, negar la reapertura que le exigieron las fuerzas de la oposición en el Pleno y pretender dedicar el espacio a un garito. Ya puestos, quedaría pintón y estaría petado un botellódromo para la rapazada. Que no duerma el litro. O sala de fiestas con orquesta residente. Necesidades de nuevos votantes. Puede que el inclasificable Jácome lo haya ya contemplado. “Vaya desgracia”, consideró la reapertura del Museo Arqueolóxico que está reformando el Gobierno central. La reforma del Archivo Histórico, “outra ruina, van catro gatos”. Al menos salvó a las bibliotecas del traspaso por cambio de actividad. “Va mucha gente, están llenas”. No aflojen estudiantes y lectores, el alcalde de la ciudad que hace no tanto llevaba con soltura la etiqueta de Atenas gallega, pondera los servicios culturales a ojo de pastor.

Esto sucede en la tercera ciudad de Galicia. Insólito. En A Coruña, la referencia en estos momentos por dinamismo económico y cultural, el llamado coruñesismo, el orgullo de ser coruñés, que fomentó Francisco Vázquez salió de un museo. La fórmula la aplica con maestría Abel Caballero en Vigo.

Durante la larga gira con la que el socialista más popular se despidió de la Alcaldía de A Coruña en marzo de 2006 para instalarse en la Embajada ante la Santa Sede, situó la piedra fundacional del coruñesismo en el palacete del parque de Santa Margarita convertido en museo científico tras llevar décadas de abandono. “La Casa de las Ciencias hizo surgir el orgullo de ser coruñés. Todos nos dimos cuenta de que podíamos ser pioneros, de que podíamos ser diferentes, de que La Coruña podía ser igual que cualquier ciudad europea. Ha sido la torre de Hércules del presente de la ciudad, el nuevo faro”, contó Francisco Vázquez a Rubén Ventureira, ahora director de El Ideal Gallego, en La Voz de Galicia. Se inauguró el 1 de junio de 1985 y fue el primer museo científico público de España. La Domus y el Aquarium completaron una trilogía prodigiosa, a la que se sumó el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología. Idea y gestión cultural.