El coste de la sanidad

Publicado: 01 sep 2025 - 04:10

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En ciertas ocasiones he asistido a conversaciones donde alguno de los tertulianos exige mucho en materia sanitaria argumentando que para eso paga. O ha pagado en el pasado. Y se me viene a la memoria la controversia sobre las conocidas como facturas sombra, una medida pedagógica puesta en marcha en 2010 por la ministra socialista Trinidad Jiménez, para informar a los usuarios sobre el coste real de los servicios sanitarios consumidos, aunque aparentasen ser gratuitos o de bajo coste, con la finalidad de responsabilizar a la ciudadanía. Esta medida fue cuestionada desde la propia izquierda, al sospechar que tras la misma podrían ocultarse los primeros pasos hacia el copago sanitario.

El propio Gaspar Llamazares, médico de profesión, insistió en las tribunas públicas sobre el riesgo de confundir el valor de los productos sanitarios con su precio. E incluso el cambio de término, al pasar de pacientes a usuarios, podía alentar una visión menos humana y más economicista de la sanidad pública. Todos somos usuarios, pero la mayoría de nosotros, si la vida nos lo permite, más tarde o más temprano nos convertiremos en pacientes. Así ocurre cuando nos ponemos enfermos y necesitamos atención sanitaria.

La medicina está cambiando a pasos agigantados

A día de hoy, la Sanidad Pública española se financia a través de los impuestos como el IVA, el IRPF, el impuesto de sociedades y los impuestos especiales sobre alcohol, tabaco y carburantes. Por eso me cabreo, por ejemplo, con los que exigen porque pagan y luego, cuando pueden, se escaquean del IVA, una circunstancia excepcional en nuestro país.

Los que exigen porque pagan, también suelen confundir la Sanidad Pública con la Seguridad Social, que se financia a través de las cuotas de empresarios y trabajadores. Para hacernos una idea, datos de 2022 reflejan que la Sanidad Pública nos costó a los españoles entre 97.000 y 134.000 millones de euros, entre un 7.4% y un 9.95% de nuestro Producto Interior Bruto (PIB). Y este gasto aumenta. Después de todo, como decía mi abuela Rosa, “temos que gardar das risas para as choras”. A lo largo de nuestra vida pagamos muchos impuestos. En el mejor de los casos, tal vez no lleguemos a utilizar los servicios sanitarios públicos por problemas graves de salud. Pero ese colchón económico es necesario cuando nos tocan momentos de llanto y crujir de dientes.

La medicina está cambiando a pasos agigantados. En 2025, en EEUU, de los 10 medicamentos más caros, 9 son terapias génicas, con precios que oscilan entre los 2 y los 4 millones de dólares por paciente. Este elevado gasto se justifica por su valor terapéutico y su administración única.

Las multinacionales farmacéuticas más pujantes han puesto en marcha potentes líneas de investigación en medicamentos para el tratamiento de la diabetes y la obesidad, una de las plagas del siglo XXI, y para combatir diversos cánceres con sus metástasis, como los de colon y recto, riñón, pulmón, mama o cabeza y cuello, con esperanzadores tratamientos de inmunoterapia que hasta poco tiempo parecían de ciencia ficción. Sin olvidarnos de la demencia y la esquizofrenia, o las vacunas contra la meningitis y los virus respiratorios sincitiales, que siguen previniendo graves enfermedades infantiles. Todos ellos tienen costes.

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