José Luis Fernández Carnicero
DESCUBRINDO A BIBLIA EN OURENSE
O mellor Nadal
Legítimo es que cualquier político aspire al poder. Quien lo logra debe ser capaz de entregarse en cuerpo y alma a su tarea, debe pensar en el bien común y, por supuesto, tiene derecho a equivocarse. El ejercicio del poder es incompatible con la trampa, con la mentira, con la soberbia y con la falta de dignidad.
En estos últimos días hemos visto y oído acontecimientos que han revelado una alta dosis de indignidad. Es verdad que Yolanda Díaz se puso estupenda, alzó la voz en demasía y más parecía alguien de la Oposición que un miembro del Gobierno, nada menos que Vicepresidenta. Es entendible que en las aguas más profundas del Ejecutivo se hable de deslealtad aunque en público se haya tratado de dar bajonazo a sus críticas.
Pero una cosa es dar bajonazo y otra caer en un lacerante ninguneo. Es incomprensible que Yolanda Díaz no haya hecho valer su dignidad y dejar el Gobierno, si quiere ser coherente con sus rotundas palabras dirigidas al mismísimo Pedro Sánchez. Díaz forma parte de un órgano colegiado como es el Consejo de Ministros y es tan responsable como todos los demás de las decisiones que se toman, o no, en el seno del mismo.
No ha sido digna sino barriobajera y sectaria la respuesta del ministro Puente a las reflexiones de Eduardo Madina sobre la situación de la legislatura.
Parece mentira que a estas alturas no se haya enterado del percal que le rodea y parece mentira tanta altivez en sus declaraciones para que luego se conforme con una reunión con la irrelevante secretaria de organización del PSOE. Si la parte socialista del Gobierno ha demostrado tener escasos límites para ridiculizar a una vicepresidenta, ésta está demostrando una muy escasa dignidad política, que no personal. En ningún caso debería haber aceptado con el sumiso silencio semejante bajonazo porque ahora sí que sí se ha quedado sin cartas para partida alguna. Se ha convertido en una muñeca rota y los socialistas lo saben. Ya no les sirve.
No ha sido digna sino barriobajera y sectaria la respuesta del ministro Puente a las reflexiones de Eduardo Madina sobre la situación de la legislatura. La locuacidad del ministro es especialmente lacerante cuando se trata de un socialista que a punto estuvo de perder la vida. Ojalá, en algún momento el ministro Puente del que tengo la certeza de su desprecio y condena a ETA dijera, por ejemplo, que son vergonzosos los homenajes a etarras condenados por asesinatos. Ni media palabrita. Solo el callar ante el sanchismo garantiza que nadie te va a llamar fascista. Solo eso te exime del pasado por oscuro que sea. El pasado de Eduardo Madina es un pasado limpio y doloroso. Cubrí su atentado, le vi herido. Poco tiempo después su madre moría. Y Puente hablando de rencor... porque Eduardo Madina considera que la legislatura está en agonía. Insulto terrible el del socialista vasco.
Es verdad que Yolanda Díaz se puso estupenda, alzó la voz en demasía y más parecía alguien de la Oposición que un miembro del Gobierno
Soy del plan antiguo y creo en el valor de las palabras y creo que la política no puede ni debe estar reñida con un mínimo de elegancia, de empatía con los propios compañeros. Vi que esto se perdió en el sanchismo con ocasión del fallecimiento de Lambán, expresidente de Aragón. Ni un aplauso en el Parlamento.
La lucha política debe tener sus límites. Todos deben actuar y hablar con límites. Cuando estos se pierden el poder, el afán de conservarlo se convierte en una abducción, en una especie de vicio que destroza la noble tarea de la política.
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