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En el momento de escribir estas líneas, el martes de esta semana, la situación de los Estados Unidos es tan volátil que cuando usted lea el artículo puede haber pasado cualquier cosa. Pueden haberse calmado los ánimos y haber concluido por ahora el comportamiento autocrático de Donald Trump. O puede haber escalado el conflicto, como él sin duda busca para así “justificar” (al menos en su imaginación) lo que a todas luces parece el preludio de un autogolpe de Estado. El presidente que indultó a cientos de bárbaros que asaltaron el Capitolio en enero de 2021 habla ahora de “ley y orden” y se ensaña con los manifestantes, tanto autóctonos como inmigrados, hasta el punto de entrar en escuelas, iglesias y domicilios sin orden judicial para capturarlos y deportarlos sin pasar por un juzgado. El movimiento social hiper-patriótico que se rasga las vestiduras porque algunos inmigrantes ondeen en las protestas las banderas de sus países de origen, es el mismo que allanó el parlamento nacional con la bandera confederada y esclavista. ¿Dónde recluta Trump a los energúmenos que nutren la autoridad migratoria ICE? Debe de ser en las asambleas de las milicias sectarias ilegales como Oath Keepers y Proud Boys, porque los abusos que están cometiendo son espeluznantes. A una niña de unos doce años la esposaron por la espalda hace unos días y las manazas del agente registraron todo su cuerpo. A una periodista australiana le han disparado una bala de goma mientras transmitía en directo. A una turista chilena que estaba legalmente en el país, la han capturado en plena calle y se la han llevado esposada dejando en medio de la calle a su hija de diez años. A varios nativoamericanos los han confundido con latinos y se los han llevado al calabozo, hasta darse cuenta de que no tienen país al que deportarlos porque son los americanos más americanos. Trump, entre otros sectores, está hundiendo el turismo. Suelo ir al menos una vez al año a los Estados Unidos, pero con mi aspecto español y hablando nuestro idioma, creo que me voy a pensar con mucho cuidado si hacer o no futuras visitas, al menos mientras siga en la Casa Blanca este salvaje. Imagine que pierde el pasaporte en una ciudad americana y, camino del consulado español, se ve envuelto en un tumulto y le llevan a comisaría. No es improbable que termine uno camino de la megacárcel salvadoreña del alcaide Bukele. Así están hoy las cosas en el país que durante un cuarto de milenio había sido el faro y ejemplo de las libertades, y cuya insigne estatua neoyorquina alumbraba el camino de los inmigrantes dándoles la bienvenida a la tierra de las oportunidades. Obama deportó a más de tres millones, pero legalmente, con tutela judicial y sin salvajadas como las que está cometiendo el trumpismo.
Suelo ir al menos una vez al año a los Estados Unidos, pero con mi aspecto español y hablando nuestro idioma, creo que me voy a pensar con mucho cuidado si hacer o no futuras visitas, al menos mientras siga en la Casa Blanca este salvaje
California, que en su día fue república, tiene una larga tradición secesionista, aunque minoritaria. La ocupación militar del estado más puntero del país, sexta o séptima potencia económica mundial si fuera independiente, está reavivando ese movimiento. El torpe y senil presidente Trump está convirtiendo al gobernador Newsom en el inesperado líder de la oposición, y quizá incluso en el presidente que sucederá a Vance. Y digo a Vance porque ya no parece seguro, ni por la salud ni por la política ni por los escándalos, que el viejo tahúr concluya su cuatrienio. No es casualidad que los disturbios de Los Ángeles, con incontables agentes inflitrados, se produzcan justo cuando Trump necesita desviar la atención de las acusaciones de pederastia que ya ha formulado veladamente hasta Elon Musk. Trump, con la popularidad tocando tierra y la cognición cada día más obviamente afectada, debe de estar moviendo todas las alfombras para sepultar su participación en las orgías con menores. Seguramente el jefe del FBI, Kash Patel, ya haya quemado todo lo posible. Pero puede haber más copias. Tampoco es descartable que una de esas copias la tenga Putin. O Bannon. O el propio Musk. Trump es un presidente débil que huye hacia adelante asumiendo ya comportamientos propios de Lukashenko. Este sábado, por primera vez, va a realizarse un magno desfile militar en Washington, a mayor gloria del viejo. Se parecerá a los de la Plaza Roja moscovita, y se celebrará el día de su insigne natalicio. Qué casualidad y qué coincidencia. Lo que estamos viendo hoy en los Estados Unidos es un cambio de régimen político. Se está transitando de la democracia liberal a una dictadura sui generis. Se está pasando de la república federal con amplia autonomía de los estados a un control centralizado desde Washington. Se están disolviendo los famosos “checks and balances”, los contrapesos del poder, así como la libertad de prensa. Se están deshaciendo los derechos civiles de las personas. Y se está desplegando ilegalmente el ejército, marines incluidos, usurpando las funciones de la policía civil. No es de extrañar que infinidad de americanos estén exhibiendo la bandera de su país boca abajo: Estados Unidos ha caído en manos de un tirano. Hay quien habla de guerra civil en ciernes. Como mínimo, todo apunta a un autogolpe.
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