Jaime Noguerol
EL ÁNGULO INVERSO
La mirada sabia del barman
Hacer política ficción es un fenómeno de escasa repercusión real. Los casos de George Orwell, Blasco Ibáñez, Julio Verne o Aldous Huxley, algunas de cuyas novelas nacieron desde postulados políticos, son ejemplos históricos. En nuestro presente abundan los articulistas y tertulianos trazando argumentos de ficción para analizar el día a día. Suelen ocupar el espacio que va desde el pronunciamiento a morir envolviendo los tenis para llevar al cole. Al tiempo, en la realidad de muchos políticos la ficción ahora se confunde con la llamada IA, después de haber recorrido la amplia autopista de la posverdad. Hoy me van a permitir sumarme a ese ejército del desconcierto para diseccionar un argumento de política ficción. Luego podrá quemar este artículo sin mala conciencia.
¿A dónde conduce esta política ficción de la derecha? Veamos: lleva a un Santiago Abascal al alza
Verá. Desde que Feijóo dio el salto a la política de España no he podido dejar de contemplarlo como un personaje de novela sin carne ni huesos. Es como si un autor fantasioso cada mañana decidiera sus pasos, acciones y discursos ajustados sólo para esa jornada. Yo sé, por mi oficio de novelista, que los personajes de ficción en cada capítulo se adaptan a las necesidades del guion y no al contrario. No adecuamos el argumento a su personalidad. Pensemos: el creador de ANF presidente del PP construyó el entramado necesario para situarlo en la presidencia del país. Utilizó la demoscopia, los medios de comunicación a su alcance, el decorado del liderazgo salvador… El guionista se equivocó. Se cayó el entramado y enseguida tuvo que reconstruir un nuevo ANF capaz de, en apariencia, desdeñar los despachos de la Moncloa. Tampoco resultó creíble ese salto al vacío y, ante los fallos argumentales siguientes, optó por maquillar al individuo aprovechando la paz del verano. El guionista, amante de los comic de Francisco Ibáñez, cambió y modernizó la fisonomía de su protagonista. De nuevo cometió otro error literario. Elementos como las gafas, tan socorridas para los caricaturistas, o el color auténtico del cabello, tan transmisor de personalidad, desaparecieron generando confusión en el público deseoso de percibir la autenticidad del héroe. Lo ha dejado amarrado al mástil de los votos que no le dieron la gloria y llamando al ejército en su auxilio.
En su despiste el guionista no incluyó en la escaleta del Feijóo-ficción la existencia de una muleta de extrema derecha imprescindible. Trató de ignorarla para dar buena imagen de hipotético centro ganador. Otra vez el actor chocó con la realidad en las comunidades autónomas donde gobiernan mediante listas de perdedores. Y en el colmo de la adversidad en la trama se coló un tal Mazón y sus catástrofes a quien el autor de los días de ANF no sabe ubicar. Como un caballo desbocado, el valenciano va y se echa en los brazos de Vox, entonces el guionista no tiene ningún rubor para dibujar a un Feijóo dependiente de la extrema derecha, necesaria a la hora de construir los capítulos del futuro. ¿Un giro en la trama desesperado?
¿A dónde conduce esta política ficción de la derecha? Veamos: lleva a un Santiago Abascal al alza. A la ruptura del PP de España con los postulados de su familia europea. A asumir la debilidad argumental del personaje ANF. Al desconcierto de las bases conservadoras… Y en la foto de ciencia ficción a la hipótesis de un Abascal superando en escaños, aunque sólo sea por uno, al PP. ¿Calibra la situación? El guionista acaba de situar al gallego como personaje secundario de un gobierno presidido por el bilbaíno. Un capítulo donde Feijóo acepta la vicepresidencia sin despeinarse. ¿Quién paga al guionista?
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