Opinión

La operación Araújo

No es transfuguismo. Es, si acaso, una suerte de trashumancia política. El hasta hoy concejal de Ciudadanos en Ourense Pepe Araújo se incorpora, como independiente, a la lista electoral de Manuel Cabezas, el exalcalde y ahora de nuevo alcaldable del Partido Popular. De momento no ingresa en el PP. Esa fue su condición. Al parecer tampoco se lo han exigido quienes le convencieron para que regrese a la que fue su casa durante la mayor parte de su vida política. Cuando se marchó, en 2019, lo hizo sin dar un portazo, con elegancia, no por diferencias ideológicas o estratégicas, sino por desavenencias -e incompatibilidad incluso personal- con quien por entonces era su jefe de filas, Jesús Vázquez, el último alcalde “popular” de la ciudad de As Burgas, que por cierto y a su vez, también acabó haciendo mutis, muy desencantado, de la vida pública y de las incongruencias interesadas y oportunistas en las que suelen caer los partidos. 

Era un secreto a voces. De hecho el alcalde Jácome, sorprendentemente bien informado, llegó a anticiparlo hace semanas en sus redes sociales. Y con toda probabilidad esa fue la razón última por la que Araújo decidió posponer el anuncio de una decisión que tenía tomada hace tiempo, la de embarcarse en la aventura del veterano Cabezas por devolver la normalidad a la vida política de la capital ourensana. Su inclusión en puestos de salida en la candidatura del PP le asegura poder seguir en primera línea en la ofensiva por desalojar de la alcaldía al actual inquilino, un empeño que para el veterano edil se ha convertido en una obsesión incluso personal. Está seguro de que esta vez los populares no harán alcalde a Jácome les cueste lo que les cueste. En cualquier caso, él ya advierte que, llegado el momento, no contarán con su voto.

A diferencia de otros, que se sintieron traicionados o engañados, Pepe Araújo se va de Ciudadanos con un cierto pesar y con la cabeza alta. Estaba cómodo en el partido naranja, donde tenía plena autonomía a la hora de hacer política local. Por coherencia, aunque podría hacerlo, no se queda hasta final de la legislatura como concejal no adscrito. Como cuando dejó el grupo popular hace cuatro años, abandona el escaño y consecuentemente renuncia a la dedicación exclusiva que tenía asignada como portavoz de su grupo. Una actitud ejemplarizante y de respeto a quienes le votaron como cabeza de cartel de Cs. Es su forma de entender la actividad política, que ha de incluir un compromiso ético que para otros no parece estar vigente: el de no quedarse con un escaño que no es suyo, sino del partido, diga lo que diga el Tribunal Constitucional. 

Con la Operación Araújo, Cabezas muestra su habilidad a la vez que su olfato político. Ficha a un personaje conocido, experimentado y con arraigo, sabiendo que traerá consigo unos miles de votos, que de otro modo se desperdiciarían, porque con toda probabilidad no iban a ser suficientes para obtener una concejalía si se presentan nuevamente por su cuenta. Uno y el otro se arriesgan, sin embargo, a que haya votantes populares que se tomen a mal el regreso (encima a medias) de un hijo pródigo que les hizo un roto electoral notable cuando aterrizó en Ciudadanos. Claro que nadie puede llamarse a engaño. Se sabe que Cabezas, porque así lo exigió y porque además es el líder local del partido, tiene las manos libres para confeccionar su equipo. ¿A cambio de qué? De ser él, y sólo él, quien responda de los resultados del 28 de mayo. Y se la juega al todo o nada. 

Te puede interesar