Opinión

Vaya con Gloria Lago

Galicia Bilingüe, que ya no existe, fue una plataforma cívica que combatió la política lingüística de la Xunta, especialmente en la etapa del bipartito PSOE-BNG, al que acusaba del imponer el gallego en las aulas. En marzo de 2009, en vísperas de las elecciones autonómicas que ganaría el PP de Alberto Núñez  Feijóo, llegó a presentar en el registro de la Administración gallega más de cien mil firmas a favor de la libertad de elección de la lengua vehicular y para que se reconociera la igualdad de derechos de todos los ciudadanos con independencia del idioma que cada cual decida utilizar. Unas semanas antes, el colectivo liderado por Gloria Lago había reunido a varios miles de personas en una movilización en Santiago, en la que participaron dirigentes del PP gallego, entre ellos el hoy presidente de la Xunta, entonces número dos del partido en la oposición, Alfonso Rueda. Un grupo de independentistas y nacionalistas radicales intentaron boicotear la marcha a pedradas y botellazo. Diez de ellos fueron detenidos y acabarían siendo juzgados.

En 2019 Galicia Bilingüe se integró en la plataforma nacional Hablamos Español, que hoy preside una Gloria Lago que nunca dejó de militar en la causa a favor de lo que ella denomina libertad lingüística y, en el caso de Galicia, contra una ley la de Normalización aprobada en su día por todas las fuerzas políticas gallegas y que cumple ahora 40 años. Ella se dice defensora del verdadero bilingüismo, el que decide voluntariamente el individuo, no el que le imponen los gobiernos por muy “cordial” que pretenda ser esa imposición. Movimientos que precedieron a Galicia Bilingüe ya se habían enfrentado al “bilingüismo armónico” del que el Fraga reconvertido al galleguismo hizo bandera y que en la época del bipartito se transformó en un sistema de inmersión lingüística más o menos solapada.

Lo que no se le puede discutir a Gloria Lago, filóloga, profesora y escritora, es que se jugó el físico en muchas ocasiones en defensa de sus ideas. Sufrió amenazas, insultos, vejaciones, tanto en el instituto donde daba clases, como por la calle o a las puertas de su casa, pero nunca cedió ante las presiones. También se resistió a la tentación de incorporarse alguno de los partidos políticos que intentaron ficharla, del mismo que rechazó el ofrecimiento de ocupar algún cargo público, siempre por ser fiel a sí misma y a sus ideas y también por razones personales y familiares. Solo la mueve, dice, el afán de que la libertad se imponga en el ámbito de la relación de las personas con las lenguas. Por eso no entiende que sus detractores la tachen de facha, cuando ni siquiera se considera estrictamente de derechas. Y menos que la acusan de terrorista, por su posición en temas lingüísticos, cuando la que sufre la violencia física y verbal es ella.

Hablamos Español es la entidad responsable de la colocación de varias vallas publicitarias a la entrada de varias ciudades gallegas en las que reivindica la forma castellana de topónimos como Sanxenxo, Ourense, A Coruña. La campaña ha levantado ampollas y generado la airada respuesta de colectivos en defensa del gallego, lo que, a criterio de Gloria Lago evidencia que la idea, que tendrá continuidad en otras lugares de España, ha sido un acierto al generar un debate público sobre la cooficialidad de los topónimos. Se trata de hacer ver a los ciudadanos de a pie (y a los que se desplazan en coche y se encuentran con las pancartas) el estropicio lingüístico que especialmente en Galicia y en el País Vasco supuso galleguizar o “euskerizar” los nombres de la poblaciones. Lago reinvindica el derecho a ser “repugnantiña” cuando defiendes decicididamente aquello en lo que crees. 

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