Opinión

Bárbara Rey miente con descaro y sigue haciendo caja a cuenta de Juan Carlos I

La actriz retirada María García, más conocida como Bárbara Rey, ha vuelto a hacer caja a costa de contar a medias sus aventuras con el rey honorífico en las dos etapas de su apareo, hacer algunas intimidades de cama, como que en el lecho el rey le contaba secretos de Estado, criticar lo tacaño que era, y mentir descaradamente, pese a las pruebas que dejó en sus memorias el general Manglano, jefe del CESID, sobre el dinero que hubo que pagarle para cerrarle la boca, ante la constancia de que disponía de grabaciones y vídeos (que la ex amante reconoció que había tomado, como precaución y seguridad, de sus coyundas con Su Majestad Católica). Todo eso en un programa de entrevistas en una cadena de televisión a hora de máxima audiencia. El asunto ha tenido amplio eco en la prensa nacional, y hasta los considerados periódicos más serios le han dedicado amplísimos espacios

En toda esta historia, lo más vergonzoso e insólito es la probada intervención de los servicios de Inteligencia española ya protegían las aventuras de cama del monarca en sus tratos con otras amantes famosas. En su día la prensa nacional mostró su habitual discreción a la hora de ocuparse de un asunto que rozaba a la Casa Real en torno a historia protagonizada por la murciana con relación a unas supuestas amenazas y la implicación nada menos que del mismísimo CESID (antecedente del CNI) en un caso de allanamiento y sustracción de material audiovisual en casa de la popular ex domadora de elefantes, que la citada dijo haber sufrido, además de otros acosos.

El viernes, 27 de junio de 1997, el diario “El Mundo”, en su sección de Sociedad, daba cuenta de que semanas atrás, la conocida estrella había presentado una denuncia en la comisaría del distrito madrileño de Tetuán en la que acusaba al empresario y embajador de España Manuel Prado y Colón de Carvajal de robarle casetes, cintas de vídeo y fotografías comprometedoras. Este material, dijo entonces, además de afectar a su intimidad perjudica a “una persona importante de la cual no desea en estos momentos decir su identidad”. De las propias manifestaciones de la interfecta a sus amistades se conoció que la actriz llevaba 17 años de relación con el misterioso personaje y que éste la visitaba con frecuencia. Por último, tras la decisión del no nombrado frecuentador, se acusó a la artista de haber solicitado una cantidad fabulosa de millones de pesetas de la época por guardar silencio. Al final, se conformó con 625, según se extrae de las memorias del general Manglano.

La denuncia se inscribía en una operación de chantaje para obtener dinero u otros beneficios. Pero la propia demandante apareció en varias cadenas de televisión asegurando que estaba amenazada de muerte y explicando con todo detalle los motivos de su denuncia. En el programa de María Teresa Campos en Tele5 dijo literalmente: «Yo sólo he dado cariño a quien lo necesitaba», y, mirando fijamente a la cámara, advirtió: “A mí me matarán. Espero que no se atrevan con mis hijos, porque entonces Dios me dará una segunda vida para cargarme a quien haga falta. Yo llego hasta el final y la gente sabrá quién me ha matado”. También aseguró que los robos que se produjeron en su domicilio fueron realizados por expertos. Con el tiempo se fueron conociendo nuevos detalles del modo en que el CESID, antecedente del CNI, daba cobertura a las visitas de Juan Carlos a Bárbara Rey. También se confirmó que la actriz habría recibido 620 millones de pesetas del CESID por no contar su relación con el rey (primero 25, luego, 100, y por fin otros 50 millones al año durante 10). Es evidente que, aparte de los pagos en metálico, a la larga, Bárbara Rey se lucró de sus relaciones con el monarca y con otros pagos para que se callara. En el año 2000 es contratada para conducir un programa de cocina en horario matinal en Canal 9, la misma cadena que tres años antes le había prohibido la entrada. A finales de verano del 2014 el programa de Telecinco Sálvame anunció durante toda la semana que la invitada próxima será la popular vedette. Para tal cuña publicitaria emplean un “Bárbara Rey lo cuenta todo”, fijando en mayúsculas su apellido y creando una expectación que se desinflaría la misma noche de la entrevista al descubrir que el tema a tratar es su adicción al juego, algo igual de público y notorio, pero menos comentado que sus relaciones afectivas. La artista cobró, pero defraudó porque realmente no contó nada de interés. Esta vez, no ha defraudado, pese a sus embustes. Eso sí, esta vez nos ha contado la de veces que estuvo en la Zarzuela, que la iban a buscar en un coche oficial “pero allí no hacíamos nada”. Dijo.

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