Funcionaria y, además, “Miss Ministerios”

TRIBUNA

Festival de la caridad por la Liga Antituberculosa, en Ourense: Vida Gallega nº51
Festival de la caridad por la Liga Antituberculosa, en Ourense: Vida Gallega nº51

No soñaba con el cinematógrafo. No, no… No era una “miss” a la vieja usanza. Fueron, más bien, las circunstancias las que la empujaron a ser candidata. Y es cierto que algo había cambiado. “Señorita, -les preguntaba la Comisión organizadora del festival de 1934 a las candidatas-, ¿ha consultado usted con su familia? Pero…-respondían indignadas- ¿ustedes se han creído que estamos en 1900, cuando las muchachas tenían que pedirle permiso a su madre, hasta para respirar? ¡Nosotras somos modernistas y hacemos lo que queremos!”

Era una ilusión. Pensamiento y realidad, en esta ocasión, como pensaba Hegel, tampoco iban de la mano. En menos de 24 horas, después del esfuerzo infatigable de los organizadores de inscribir nombres y más nombres de jóvenes trabajadoras, en un santiamén, se vieron en la necesidad de reducir la lista de las concursantes a la mitad. Modernistas sí; tampoco les faltaban ánimos para presentarse, pero todavía la palabra del novio o del marido, daban al traste con la ilusión de algunas candidatas.

Carmiña Novelle trabajando en el Ministerio de Trabajo.
Carmiña Novelle trabajando en el Ministerio de Trabajo.

No fue el caso de Carmiña Novelle. La joven ourensana, después de quedar huérfana de padre, dejaba a su madre y a sus dos hermanas, para ir a trabajar, en los Ministerios. Recién llegada a Madrid, la Comisión del festival benéfico que trataba de recaudar dinero para construir un sanatorio antituberculoso destinado a los funcionarios públicos, le propuso presentarse a “Miss Ministerios”. Y aceptó...

A estas alturas España contaba tan solo con 66 instalaciones, para combatir aquella enfermedad mortífera. Era el país de Europa Occidental, con menos camas por cada 100000 habitantes. Nada que ver con Suiza. En el país transalpino, se había estimulado, la iniciativa particular. No había ciudad que no estuviese equipada tanto de infraestructuras como de recursos humanos especializados para contener la afección. Claro que, para sostener el sistema, se destinaba a combatirla un buen porcentaje del presupuesto. E indudablemente, funcionaban, con eficiencia, las Ligas, las Secciones, los Dispensarios, los Comités rurales, los Sanatorios populares o las enfermerías… A nadie le sorprendía, pues, que debía ser, el espejo, en el que mirarse, si realmente, se quería abordar uno de los mayores problemas sanitarios que el país padecía.

Miss Ministerios y mister Feo. La Libertad nº 1934.
Miss Ministerios y mister Feo. La Libertad nº 1934.

En la República, como a menudo pasa, si bien no faltaron los buenos deseos, escaseó la inversión. Y, sí, con todo, al menos, despertaron del letargo, iniciativas particulares que con más ahínco contribuyeron en la Cruzada contra aquella lacra mortífera para la que aún no existía cura -la estreptomicina tardaría tres lustros en hacerse realidad-. No es que hasta ahora no se hiciesen actividades para generar recursos que pudiesen mejorar la atención de los aquejados por el mal. En Ourense mismo, ya en 1913 estaba muy consolidada la Liga Antituberculosa, presidida por la marquesa, Angelita Santamarina. A nadie se le escapa los célebres festivales de caridad que celebraba. Pero ahora, en la II República, se daba un salto cualitativo. En Madrid, por ejemplo, basándose en la idea de que lo mejor para curar la enfermedad era retirarse a la montaña buscando un aire puro, alejado de la contaminación, comenzaron a celebrarse eventos benéficos con carácter recaudatorio que tenían como finalidad ayudar a afrontar proyectos de construcción de Sanatorios antituberculosos en la zona del Guadarrama.

Artistas con el maestro Álvarez Cantos y con Carmiña -4ª de dcha. a izq.
Artistas con el maestro Álvarez Cantos y con Carmiña -4ª de dcha. a izq.

La propia Carmiña Novelle estaba tan familiarizada con las veladas aurienses, que no le importaba ahora participar en acontecimientos que, de pronto, tan solo habían cambiado la denominación de festivales de caridad, por el de solidaridad. La gran verbena a beneficio de un sanatorio antituberculoso, en Guadarrama, para funcionarios públicos, era precisamente eso; una celebración solidaria. El sábado, 4 de agosto en la Playa de Madrid -un complejo recreativo recién rematado-, en un marco incomparable, se llevaba a escena, con una finalidad, principalmente, recaudatoria, un programa de actividades muy atractivo, al que se le había dado máxima publicidad. Por una módica entrada de 3 pesetas para señoras y 4 para caballeros, se podría asistir a un gran espectáculo. En él figuraban bailes regionales -asturianos, vascos, gallegos, aragoneses o andaluces-, humoristas, bandas, tres orquestas, exhibiciones de natación, o fuegos artificiales… Aunque, ciertamente, el momento más álgido de la gala llegaba con la proclamación de “Míster feo” y “Miss Ministerios”. Al primero, lo nombraba un jurado compuesto por artistas y periodistas -el premio de 250 pesetas recaía en el popular actor Luís Heredia-; a la segunda, la elegía un panel de jueces seleccionados del marco cultural, tras dilucidar, entre las candidatas que representaban a cada departamento. Decidían imponerle el mantón de Manila, símbolo de la reina de la belleza a Carmiña Novelle. La joven ourensana, funcionaria del Ministerio de Trabajo, se convertía, en “Miss Ministerios”.

Miss Ministerios. La Libertad nº 1853.
Miss Ministerios. La Libertad nº 1853.

Ocultó, como nadie, su infinita vergüenza. Incluso, cuando las divas estrenaron ante los premiados dos chotis; uno titulado “¡Feo!, ¡Feo!”, escrito por Díaz Giles, y, otro “¡Guapa!”, de Álvarez Cantos. “Soy la miss menos miss” -decía-. Pese a todo, la prensa gráfica la hizo tan popular que más de uno pensó que el arco de triunfo que seguía expuesto en el parque de San Lázaro, después de pasar la caravana del presidente de la Republica Alcalá Zamora, no se había retirado para recibir, aquí, en su ciudad natal, a “Miss Ministerios”.

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