Pilar Cernuda
LAS CLAVES
Sánchez, cuestionado por los suyos pero inamovible
Pirómanos identificados y vegetaciones exuberantes queman el país. No truena pero nos acordamos de Santa Bárbara al tiempo que nos embrollan para alejarnos de la realidad. Los incendios forestales siempre han sido incendios, se quema el monte y con ello algo nuestro se quema, como nos decía aquella campaña de televisión de los 60 para la prevención de incendios forestales. El tema es candente y Pedro Sánchez, presidencial quemado por las llamas que le rodean en los tribubales, hizo excursión de verano desde su isla de verano en Lanzarote. Y unió la quema al cambio climático para anunciar la necesidad de Pacto de Estado, que siempre da imagen de líder moderno internacional.
Desde siempre ha habido incendios y una de las causas principales es la falta de limpieza y de mantenimiento en los bosques; deberes que, nadie duda, tendrían que estar hechos antes del verano. Los incendios han sido, durante siglos, una parte natural de los ecosistemas forestales. La vegetación seca y la hojarasca son combustibles perfectos para los incendios, especialmente en épocas de sequía y altas temperaturas. La acumulación de estos materiales prende fuego fácilmente y la falta de lluvia, las altas temperaturas y los vientos contribuyen a que se propaguen, si bien se demuestra que la acción humana es decisiva. No salgo de mi asombro con la historia que me cuentan de un joven que quería ver trabajando en su zona a los aviones bombarderos de agua. Y así hizo lo que hizo.
Resulta llamativo que asociaciones conocidas por su activismo en defensa del medio ambiente, no estén alzando la voz contra la realidad de la quema
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible ni desarrolla ni mantiene y sí provoca otras realidades al no mirar suficientemente por la naturaleza y centrarse en aspectos económicos y sociales.
La gestión forestal es crucial para prevenir y proteger la biodiversidad y ello incluye la limpieza y el mantenimiento regular de los bosques, así como la implementación de prácticas de silvicultura sostenible. La accion global 2030 de la ONU, debe ser revisada para incluir una mayor atención a la protección de la naturaleza y las acciones forestales. Solo un enfoque integral y colaborativo puede abordar este desafío, que requiere un contacto directo con el terreno.
Resulta llamativo que asociaciones conocidas por su activismo en defensa del medio ambiente, no estén alzando la voz contra la realidad de la quema. Y en el mundo de la política y la comunicación lo que domina es el arte de mezclar y liar creando un batiburrillo que confunde a la opinión pública y desvía la atención de lo importante que son los incendios para enlazarlos al cambio climático y la Agenda 2030. Lo siguiente es añadir un toque de confusión y se sirve en un plato de indignación y emotividad. El resultado es pérdida en la discusión y olvido de lo que importa elevando a nivel de maestría el arte de embrollar. Los políticos hablan de todo y no dicen nada, los expertos confunden más que aclaran, y los medios de comunicación prefieren el sensacionalismo a la información veraz. En la conclusión vemos gente con preguntas y la discusión convertida en un juego de palabras y emociones. La verdad se pierde en el camino, como si estuviéramos en un laberinto de espejos, donde no sabemos qué es real y qué es reflejo. El arte de enredar y confundir es una técnica efectiva para desviar la mirada de lo importante y crear confusión. Quizás sea llegada la hora de que cambiemos el juego y empecemos a buscar la verdad, en lugar de perdernos en el embrollo.
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