Opinión

La fuerza de la mirada

El hecho de que tengamos que usar la mascarilla como medida profiláctica y dentro de nuestras relaciones sociales, está propiciando una nueva forma de interrelacionarnos con nuestros convecinos y sobre todo en el momento de saludarnos. Es evidente que al tener parcialmente tapado el rostro, no resulta tan asequible manifestar nuestra salutación y, además, la mascarilla sólo deja al descubierto nuestros ojos y de ahí la importancia de dominar este aspecto de la comunicación no verbal como es la fuerza de la mirada. Los gestos de los ojos están íntimamente ligados a las emociones más profundas del individuo. 

Es posible que ello también signifique que en más de una ocasión nos crucemos con conocidos y por esa solapada circunstancia, obviemos el saludo, pero claro, nunca será una falta de cortesía, sino un “accidente” social. Y por eso ahora mismo cobra enorme importancia el poder de la mirada cuando compartamos espacio con otras personas, pues las conversaciones, en cuanto al aspecto visual, únicamente se van a ceñir a los ojos y al contacto ocular, dado que nuestra boca, que es otra señal de la comunicación no verbal, queda oculta. Y más que nunca, ahora, hay que tener en cuenta esa recomendación básica que es mirar a los ojos de nuestro interlocutor.

Debemos recordar que mirando a la persona que nos habla le estamos manifestando que nos interesa lo que nos dice. Sin embargo, hay que procurar un exceso de contacto ocular o una mirada demasiado fija. Si retiramos la mirada durante una conversación, estamos mostrando desinterés o timidez e incluso puede entenderse como sumisión o sentimiento de superioridad. Perder el contacto visual mientras se mantiene una charla es representativo de falta de interés en el tema, inseguridad o que la plática se está alargando más de lo necesario.

Y también es oportuno que tengamos en cuenta que el lenguaje de los ojos forma parte del juego de las relaciones humanas y que la mirada correcta es la que se dirige a los ojos o a la zona superior de la cara (la que rodea a los ojos). No olvidemos que las miradas forman parte de un canal de información que emite mensajes en paralelo al del lenguaje hablado y que, por tanto, hay que saber usarlas para que ambos canales estén sincronizados. La mirada puede enfatizar lo que se dice o restarle importancia, e incluso desmentirlo. Evitar el contacto ocular directo suele revelar que una persona miente, al igual que una mirada esquiva, y por el contrario, mantenerlo sin pestañear corrobora la sinceridad de lo que se dice.

En resumen, las buenas maneras recomiendan observar los ojos de la persona que nos presentan, con la que se dialoga, con la que debemos mantener un contacto visual caracterizado por la mesura.

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