Opinión

Comercio ribadaviense y publicidad

Mañana viernes, 18 de noviembre, se celebrará en el Museo Etnolóxico la presentación del libro de Maribel Outeiriño, Historia del Comercio Orensano a través de la publicidad. Dicho manual que abarca el periodo comprendido entre 1863-1839 estudia los anuncios insertados en periódicos tanto de la capital cómo de las villas orensanas, destacando entre ellas Ribadavia quien en el último tercio del s. XIX contaba con 5 publicaciones que fueron el soporte para dicha propaganda, tanto de las empresas locales como de la provincia.

En sus primeras páginas el dominical El Avia (1887) anuncia la Zapatería del Siglo XIX, en la calle Norte nº 14, informando que se hará toda clase de calzado con perfección y baratura.  Una funeraria de Leiro, La Casa Trelles, participa que entre sus servicios se encarga también de levantar el catafalco en la iglesia y el encuadernador Eduardo Gómez, C/ Corona de Orense publicita aquí su Gran surtido de Globos, de varios tamaños y caprichosas figuras. 
Años más tarde El Obrero (1893) publica el amplio surtido que en la calle Progreso nº 9 tenía el establecimiento de Emilio Abraldes: cheviots, estambres y satenes; camisetas y pantalones de punto con y sin felpa; Polvos y brochas para tocador, y remata con gran surtido de borlas, flecos y demás accesorios para cajas mortuorias, y en este mismo ejemplar el Compositor Francisco Freijido, ofrece al público sus servicios de la enseñanza del solfeo y demás instrucciones necesarias para el conocimiento de todas las claves, tonos, transporte y arreglo de piano para banda u orquesta.

Con el s. XX nace El Ribadaviense (1900) quien desde sus comienzos dedicó espacios a esta actividad siendo asidua en sus páginas la “Barbería El Centro” de Ramón Fernández y la tonelería de Ricardo Pérez Parada, quien después de pregonar sus artículos avisaba ¡Ojo con las imitaciones! La modista orensana Manuela Esmoriz que imparte lecciones de corte a precios muy económicos en C/ Pizarro de Orense, también escoge este hebdomadario para promocionarse.

Conviviendo y compitiendo con El Ribadaviense sale a la calle el semanario Noticiero del Avia (1910) quien junto con los anteriores rotativos constituye un espléndido escaparate de la sociedad del momento. Tres fábricas de chocolate, cinco confiterías- pastelerías y un obrador de rosquillas con una producción diaria de 20.000 unidades, nos hablan de los paladares lapeiros de nuestros abuelos.  Las modas de entonces: Capas de formas Sevillana, Cordobesa y Granadina; Trajes y Gorritos de cristianar; elegantes sombreros de señora llegados de París; y zapatos de goma, de suela y de caucho ocupaban las estanterías de reputados comercios locales. Los sastres competían en distinción y precios económicos: La Inglesa, La Elegante, La Sud-Americana y la de Amancio Rivera tenían clientela exclusivamente masculina, mientras que La Criolla, también era casa especial para trajes de señora hechura sastre. 
La Pescadería, se muestra cómo la calle más comercial de la Vila, donde se concentraban La Muebladora de Ovidio Montero, La relojería de Manuel Alonso, En el Paraíso de Pedro Iglesias, el comercio de José Mª Pérez, y la Platería y Relojería de Abelardo Chao. El vino del Ribero (sic) no podía faltar en dicha oferta y las reputadas bodegas de la Viuda e Hijos de Pardo en Esposende, Avelino Márquez Rey y Antonio Freijido Blanco ofrecían junto con sus caldos la especialidad de Tostado Superior Añejo. 
La presente imagen muestra un establecimiento representativo de su ramo. El comercio de tejidos de don Paulino Abraldes quien, con bigote, despliega el género entre Pepe Casas y un desconocido con vistosa pajarita, alcanzó mención especial en el concurso de escaparates que se organizó en las fiestas del Portal de 1911, al reproducir fielmente el puente de san Francisco con ovillos y carretes. El premio lo ganó Gerardo García Boente, también del textil, cuyas vitrinas fueron muy visitadas y elogiadas.

La tienda está “petada” de mercancía. El personal, propietario, empleados o “aprendices” cómo se les llamaba entonces a los menores, tiene la imagen ad hoc para estar tras el mostrador y atender al público. Sus elegantes vestimentas, que presumimos salidas de las sastrerías locales, nos hablan de un tiempo irrevocable y de unos profesionales que  hacían de su propia imagen la carta de presentación del establecimiento.
El interesante trabajo de Maribel Outeiriño con un total de 793 anuncios recogidos de periódicos y programas de fiestas, se reparte entre el libro y un CD. En el pie de página junto con la fecha y el nombre de la publicación, figuran concisas anotaciones que referidas al establecimiento o a sus propietarios ilustran parcelas de nuestro pasado. En las primeras páginas la autora sugiere al lector lea con atención los textos publicitarios. Son inteligentes, divertidos, informativos y aportan muchos datos para la historia local. (…)y les aseguro que es verdad.

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