Opinión

La I Feria del Vino del Ribero

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La pasada edición nº 53 de la Feria do Viño do Ribeiro, todo un éxito de organización y de público, nos remite en estas crónicas de antaño a su génesis un ya lejano 1964.

La corporación municipal del momento presidida interinamente por Antonio Padrón Cendón, convocó en noviembre de 1963 a un grupo de vecinos representantes del sector del comercio y de la banca, Filiberto Soto, Benito Escudero, Manolo González Ríos, Julio Gómez y Juan Bande, con el propósito de preparar las fiestas patronales del próximo año. Contando con tiempo suficiente para las funciones de septiembre, cavilaron entonces en la manera de recaudar fondos con el fin de lograr el mejor “folión” para el próximo Portal y acordaron un evento novedoso pero intrínsecamente relacionado con nuestra tradición e historia. Estaba gestándose la I Feria del Vino. Una vez definidos los objetivos, aquel activo quinteto, que celebraba sus reuniones en los salones del Club, visitó organismos oficiales, contactó con los sindicatos, acudió a instituciones y empresas privadas procurando medios e implicando voluntades.

La fecha escogida fue el san Pedro, data en que las gentes de la comarca acudían á Vila para venerar al santo dominico, invocado contra toda suerte de meigallos y que en asistencia de devotos rivalizaba con las marianas del Portal. El lugar escogido, igual que hoy, fue la alameda, donde un único stand, levantado desinteresadamente por la empresa Dragados, operativa en la obra del salto de Castrelo, los cosecheros y los ayuntamientos vitivinícolas, todos entusiastas con el programa, expusieron sus caldos. También la Cooperativa presentó en el recinto la maqueta de sus futuras instalaciones. Aquel año, un sello publicitario en el dorso de los envío propagaba la noticia y el día de autos, con música de gaitas como fondo, entre la maquinaria agrícola expuesta junto con los imprescindibles productos fitosanitarios, se inauguró la I Feria de Vino del Ribero (sic).

La foto de Conde recoge el momento solemne de la bendición. El párroco d. Julio, revestido de estola y roquete, misal en mano, pronuncia las oraciones de rigor. Entre el respetuoso auditorio distinguimos perfectamente a cuatro de “los padres” del certamen: Juan Bande, Filiberto Soto, Julio Gómez y Manolo G. Ríos, echando en falta a Benito Escudero. Entre ellos figuran, entre otros, Antonio Freijido Dávila, Tirso Casasnovas, Joaquín Robla y Francisco Fernández con pajarita; a la derecha del sacerdote y con gafas, José Mª López Ramón, Gobernador Civil. La gentil azafata ataviada con el traje gallego es una jovencísima Carmen Arias Dacuña, Miss Fábrica primero y posteriormente Miss Ribadavia.

La Feria fue un éxito rotundo de público y organización, resultando pionera en este tipo de celebraciones. Con el paso de los años fue ganando en contenidos, como la figura del pregonero el día de la inauguración, que contó con la presencia sucesivamente de Álvaro Cunqueiro,

Joaquín Merino, Juan Luis Saco y más recientemente Fernanda Tabarés. Junto al concurso de los vinos, las distintas comisiones rivalizaban también por traer al mejor cantante del momento, quien interpretaba sus melodías en un “petado” Castillo. Como anécdota, recuerdo que el año cuando falleció Nino Bravo (abril, 1973) había sido contratado para actuar en Ribadavia. Lo sustituyó Dova, también valenciana, quien le dedicó su actuación secundada por el público que le rindió una clamorosa ovación.

La Feria vivió horas amargas, con problemas políticos y desórdenes callejeros que obligaron a una reestructuración de la misma. Hoy, superados aquellos años turbios y consolidado su prestigio, todos los años por el san Pedro seguimos brindando con nuestro Ribeiro en las orillas del río que llaman el Avia, que riega aquel puesto do está Ribadavia, la madre del vino en quilate subido. (El Licenciado Molina. Descripción del reino de Galicia, Año 1550).

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