Opinión

Pánico

Ataque de pánico. Palabras que ponen en guardia. Al menos un tercio de las personas los experimentan en cualquier momento de su vida. Esto es lo que asegura Cindy Aaronson, psiquiatra clínica en Mount Sinai Health System de Nueva York. No son ciencia ficción, ni inventos de cine, si no realidades con las que convivir. Es la vida, y la vida da sustos que se penan de diferente forma según las personas. Justin Feinstein, neuropsicólogo clínico y director de la Clínica Float y el Centro de Investigación del Laureate Institute for Brain Research de Oklahoma, advierte que por muy fuertes que sean estos ataques, no son intrínsecamente peligrosos como puede creerse. Destaca que en algunas gentes generan la sensación de que van a morir dados los síntomas que a veces se parecen a infartos cardíacos, pero para otras, suponen impresiones irreales donde el tiempo y la percepción llegan a mezclarse.

Incluso hay quienes los tuvieron, y los describen como experiencias extracorporales en las que piensan que van a perder la razón. Es posible que las víctimas de estas situaciones no las olviden nunca. Y si, como dice Cindy Aaronson, un tercio de la población los experimenta en algún momento, no son tan extraños como parece. Pero sí que es un porcentaje a tener muy en cuenta. Ser humano comporta ser valiente o cobarde, asustadizo o temerario, optimista o pesimista. Dada la vulnerabilidad humana, y la consciencia de serlo, no es extraño tener miedo, porque es estar al albur de cosas a veces placenteras, y otras, sumamente desagradables, aunque al final estas últimas, no necesariamente tienen por qué tener mayores consecuencias. Pero dadas sus características, estos casos amargan bastante.

Lo óptimo es no sufrir, evitar el sufrimiento siempre, y tal como sea, acudir de inmediato al médico que es quien, en definitiva, puede diagnosticar y poner el remedio si es preciso. Todos los tiempos son complicados, pero los actuales y las noticias que inundan los medios, inquietan y suponen una dura prueba para la tranquilidad. Lo que no ayuda tampoco para que el sistema nervioso colabore a ella. La pandemia ha venido a poner a la sociedad en un estado emocional nada halagüeño. Ha destruido perspectivas y esperanzas, y ha despertado temores, muchos temores. Pero hay que mirar hacia el futuro y en la medida de lo posible, ponerle color.

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