Opinión

Supersticiones

El mundo está lleno de supersticiones que tratan de eludir la mala suerte. Las más comunes son derramar la sal, pasar por debajo de una escalera, el número 13, tocar madera, romper un espejo, abrir un paraguas en interior, la pata de conejo… Imposible reseñarlas todas, pero sí decir que casi todas tienen su base en algo concreto. Ejemplo, la sal. Sobre ella hay varias teorías, pero la realidad es que en tiempos pasados la sal era un bien tan escaso y necesario que se llegaba a pagar el trabajo realizado con ella, de ahí la palabra “salario”. Después, la imaginación llegó a convertir el hecho en una convocatoria al diablo. Como verán ustedes, queridos lectores, la absurda deriva que toman algunas cosas. Para contrarrestar la presencia del maligno, había que esparcir sal por detrás de los hombros. De tal suerte, o maleficio, no se ha salvado nada, o casi nada. Incluso las perlas. 

Según la creencia popular, las perlas significan las lágrimas de la novia, así que para eludir la desdicha matrimonial, es mejor no llevarlas en la boda. Las perlas en los enlaces quedan al margen de lo que corresponde llevar como manda la tradición para lograr un matrimonio feliz: una cosa nueva, una prestada, una vieja, una liga, algo azul…, y alguna más. A las perlas, símbolo de la modestia y pureza, también se les atribuyen propiedades esotéricas que proporcionan prosperidad, equilibrio emocional y espiritual. De tal modo es citada metafóricamente en los versículos, San Mateo 13:46, “y al encontrar una perla de gran valor, vendió todo lo que poseía y la compró”. 

La primera vez que encontré la maldición de las perlas fue en la novela de Ignacio Agustí, “Mariona Rebull”, en cuyo desarrollo toma relevancia el mito. Pero si aquello era cuestión literaria, hasta hoy llega esa convicción con la perla más famosa del mundo: la Peregrina. Joya legendaria sobre la que, dicen, pesa una maldición. Procedente del mar Caribe, fue regalada a Felipe II, hasta que después de la Guerra de Independencia paso a Francia, y desde allí lució en los joyeros más fabulosos del mundo, e inspiro varios libros sobre los avatares y cosas terribles que sufrieron aquellos que llegaron a poseerla. La Peregrina, tiene forma de lágrima y muchas se vertieron sobre sus fascinantes orientes. Pero para llorar no hace falta ninguna maldición, sólo dolor y tristeza.

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