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El rey Felipe VI, en el acto de entregado de los despachos a los 137 integrantes de la septuagésima tercera promoción de la Carrera Judicial que se celebró recientemente en el Centro de Convenciones Internacionales de Barcelona, puso de relieve la necesidad de un profundo respeto por la Justicia y una conducta ejemplar. Más claro, agua. Por cierto, dicho evento se celebró en la sala principal del Auditori Fórum.
Luego añadió que la atribución de “intenciones ocultas a decisiones judiciales inconvenientes para determinados intereses” y que están “totalmente fuera de lugar”
El monarca manifestó que “os corresponde dar al Poder Judicial lo mejor de vosotros mismos, de manera que esa legitimidad constitucional y moral de la que está dotado se refuerce aún más con vuestro ingreso y vuestro trabajo diario. Sé que pondréis todo vuestro empeño en ello desde el instante en que toméis posesión de vuestros destinos...”. Lo fundamental fue el que “profundo respeto a la justicia” y añadió que “la legitimidad de las instituciones se nutre de la confianza de la ciudadanía; y mantener esa confianza exige un leal compromiso por parte de todos”. En su discurso, el soberano instaba a los nuevos magistrados “a guardar las normas de conducta ejemplar que caracterizan al Poder Judicial español”, y sobre todo a actuar “bajo unas estrictas exigencias éticas”.
Es obvio que estas reflexiones encierran toda una práctica en el ejercicio jurídico para el que se prepararán los nuevos integrantes de la Carrera Judicial. Por ese motivo, pone un especial énfasis en el empeño de la legítima justicia. “Los españoles-continuó el rey- no solo esperamos de vosotros una correcta interpretación y aplicación de las leyes, que son expresión de la voluntad popular”, y añadió que “convirtiendo así vuestro desempeño profesional en un constante ejercicio de rectitud que refleje la confianza que los ciudadanos depositan en la institución a la que representáis”.
En dicha ceremonia, antes de que el rey cerrase el acto, intervino la presidenta del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Isabel Perelló, quien ha denunciado las críticas “infundadas” contra los jueces que, “lesionan el Estado de derecho” y “socavan la confianza de los ciudadanos” en las instituciones. Luego añadió que la atribución de “intenciones ocultas a decisiones judiciales inconvenientes para determinados intereses” y que están “totalmente fuera de lugar”. La presidenta demandó que “los actores sociales respeten los tiempos y las razones de los jueces cuando actúan en el ejercicio de la función que tienen constitucionalmente encomendada”.
Evidentemente, la Carrera Judicial atraviesa por distintas vicisitudes, por eso, cualquier apoyo por parte del Rey o de la presidenta del Tribunal Supremo es un estímulo, a pesar de lo que opina el ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, quien dijo que “me incomodan esas críticas a la magistratura” y añadió que en democracia, cualquier institución está sometida a la libertad de expresión y dijo luego que de forma “respetuosa, se puede opinar de resoluciones judiciales”. Faltaría más.
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